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CRITICA
Por: PACO CASADO
'Anónimo veneciano' (1970) viene precedida de bastante fama cosechada por su éxito en Italia y en otras capitales europeas, además de un gran lanzamiento a través de la edición en disco de su música que le ha ayudado de alguna manera en su lanzamiento.
Es curioso hasta qué punto esto puede ser importante y puede influir en el triunfo de una película, y creemos que éste, al igual que en el caso de otros dos films como 'Love Story' (1970) y 'Morir de amor' (1971), que han seguido la misma línea, son ejemplos claros.
Se ha hablado recientemente de una moda impuesta por estas cintas, pero la verdad es que hasta el momento no hemos visto los resultados.
Tal vez sea pronto, y este romanticismo vaya llegando poco a poco.
Sin mencionar el motivo, el profesor Enrico, el músico veneciano titular de la orquesta del Teatro de la Opera La Fenice, está montando el estreno de una pieza de un autor desconocido a la que ha bautizado con el nombre de Anónimo Veneciano, e invita a su ex esposa, Valeria, que ahora vive con otro hombre, a visitarlo, para que asista el estreno y se da cuenta de que aún está enamorado de ella, a la que todavía ama y su corazón se vuelve a romper esos días juntos.
Aunque el verdadero motivo real es decirle que padece una enfermedad moral que ha entrado en su fase terminal.
De 'Anónimo veneciano' (1970) en principio diremos que no es una gran película, pero sí tiene cosas que son muy aprovechables.
Si tenemos en cuenta que es el primer largometraje dirigido íntegramente por Enrico María Salerno, aunque no es la primera vez que ejerce la dirección, ya que hubo de terminar anteriormente 'Quell'amore particolare' (1970) debido a la muerte de su director Carlo Martinelli, los defectos son más pasables.
Hay que admitir que Salerno es uno de los actores más interesantes e inteligentes que posee hoy el cine italiano y creemos que este talento nato para la interpretación no ha quedado al margen cuando se trata de dirigir.
El realizador se ha planteado un "tour de force", una primera experiencia realmente difícil y así ha realizado con casi tan sólo dos personajes, o mejor diríamos tres, puesto que junto con Tony Musante y Florinda Bolkan, podríamos considerar como uno más, siempre presente en cada imagen, a la moribunda Venecia.
El paralelismo necrológico entre el protagonista y la agonizante ciudad es claro y patente y a él se hacen referencias a lo largo del film, lo suficientemente abiertas como para que no pasen inadvertidas.
De este modo, de lo que podía haber sido la simple historia romántica, más o menos acaramelada, transciende un poco más, aunque no se llegue a profundizar en exceso.
Salerno sabe sacarle partido a una Venecia que no es la de tarjeta postal o de romántico viaje turístico, sino que nos enseña la real, la de casas derruidas, de viejas tradiciones, de caducos puentes y de ancestrales costumbres que pone además la nota culta y diferente que nos hace ver que en el director hay algo más que el deseo de hacer una cinta comercial.
Hemos dicho antes que no es una gran película, ni un film perfecto, pero tampoco es una mala cinta.
La historia está contada con cierta agilidad, con soltura dentro de su constante reiteración y juega con el desconocimiento inicial de la pareja, de los caracteres de ambos, de los hechos que les llevaron a la situación actual.
Poco a poco nos vamos adentrando en el problema y conociendo sus psicologías, aunque lo que les ocurre no nos interese en exceso, porque el problema lo hemos vivido una y mil veces en la pantalla en innumerables películas anteriores.
Este puede ser uno de sus fallos, la reiteración, el abuso de las situaciones y banalidad de su argumento por conocido y añejo, aunque no menos trascendente e importante puesto que se trata de algo tan real como es el amor y la muerte.
Por otra parte la música de Stelvio Cipriani es un hallazgo que va muy bien con las imágenes, aunque se abusa un poco de ella.
La interpretación es correcta, sin excesivos valores y a la fotografía de Marcello Gatti se le ha sacado buen partido.
Qué queda pues de 'Anónimo veneciano' (1970)... una obra inmadura, propia de un principiante, con sus fallos lógicos de ritmo, pero con detalles inteligentes que hace que podamos confiar en una segunda obra tras la cámara de este nuevo director.
David de Donatello para Florinda Bolkan y Enrico María Salerno. Nastro d'argento a la música y la fotografía.
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