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CRITICA
Por: PACO CASADO
El cineasta catalán Cesc Gay ha adaptado su propia obra teatral titulada como tal Los vecinos de arriba, estrenada en 2015 en Barcelona, y que a partir de ahí ha recorrido los escenarios de diversos países, especialmente sudamericanos, que ahora la ha convertido en esta entretenida comedia cinematográfica.
En ella se cuenta la historia de un matrimonio compuesto por Ana y Julio, aburrido por llevar más de quince años de convivencia, anclados en un rutinario estilo de vida, en la que ya no hacen el amor, por lo que están constantemente discutiendo.
Entre otras cosas pelean porque él resulta ser un personaje irónico que a todo lo que ella le pregunta o le habla le contesta con segundas intenciones.
Julio es músico, pero actualmente se dedica a dar clases en un conservatorio.
Por su parte ella es argentina y parece tener el humor que le falta a su marido.
El día anterior le comentó que le gustaría invitar a los vecinos del piso de arriba, que tanto le ayudaron cuando ellos llegaron a ese apartamento, heredado de los abuelos de Julio, y que hicieron reformas en él para modernizarlo.
Ana, aprovechando que su hija se va a quedar esa noche de viernes a dormir en casa de una amiga, ha invitado a cenar a su casa a los vecinos de arriba, Laura y Salva, una pareja más joven que ellos, amable y simpática, ella es psicóloga y él es jefe de bomberos.
La cuestión es que los ruidos que ocasionan en los momentos nocturnos en los que hacen el amor, se han convertido en una molestia para el matrimonio de Ana y Julio, pero ella no quiere que se lo reproche.
Las dos parejas exploran lo complejas que son las relaciones modernas de los matrimonios a través de las conversaciones que se suscitan a lo largo de la velada, que termina derivando en el tema del sexo y de hacer el amor en las distintas variantes y elementos posibles, lo que a veces puede tener daños que son irreparables y terminar con la separación.
En el reparto figura, como no podía ser de otra forma Javier Cámara, un actor habitual en las películas de Ces Gay, con el que es la cuarta vez que trabajan juntos, Alberto San Juan que ya estuvo en su film Una pistola en cada mano, mientras que las dos actrices Belén Cuesta y la argentina Griselda Siciliani, debutan en una producción suya, y a decir verdad, a nuestro gusto su trabajo se hace superior al de los dos hombres, suscitando la simpatía en el espectador.
La base no deja de ser una pieza teatral en la que no se sale del apartamento de Ana y Julio, al que cinematográficamente aprovecha bien en la puesta en escena, nunca mejor dicho, algo que posiblemente no sería posible en las tablas, para de esa manera hacerla más asequible al gran público, ya que buena parte de la diversión de esta comedia se basa fundamentalmente en el interés del tema y la agilidad de los diálogos.
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