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CRITICA
Por: PACO CASADO
Alistair McLean es el clásico escritor de novelas de aventuras que suelen conseguir un elevado número de lectores, porque las dota de una gran inventiva y cuyos resultados puestos en imágenes son, por lo general, evidentemente muy espectaculares.
Películas como 'Los cañones de Navarone' (1961), 'Fuerza diez de Navarone' (1978) o 'Muñecas ahorcadas' (1971) y otras, son típicos ejemplos de la producción literaria de este autor y de los resultados obtenidos al ser llevados al celuloide.
A veces la consecución y logro del film depende del tratamiento que se le dé.
Suelen, por otra parte, tener repartos muy extensos y con abundantes figuras destacadas del mundo del cine, como ocurre también en el caso que comentamos.
En la remota Isla del Oso noruega, utilizada como base de submarinos por los alemanes durante la Segunda Guerra Mundial, trabaja un grupo de personas junto con el científico de las Naciones Unidas, Larsen, quien envía una señal de socorro utilizando una frecuencia de emergencia de la OTAN que es recibida por el buque científico Morning Rose, cuando comienzan a producirse una serie de accidentes y misteriosos asesinatos.
Aquí creemos que se complica demasiado la acción, ya que lo que empieza por ser una simple expedición científica en el Ártico, se convierte posteriormente en una misión de puro espionaje.
La gran abundancia de personajes, lo enigmático que son los mismos, el hecho de que cada uno lucha para su bando, no demasiado esclarecidos por una realización más sencilla, complican demasiado las cosas, lo que hace que el espectador tenga que retener una abundante cantidad de nombres y prestar una gran atención al desarrollo del argumento, si no quiere perderse y saber por donde marcha la aventura.
Indudablemente los buenos actores con que se cuenta en el reparto son una baza importante a la hora de la obtención de los resultados finales para conseguir el simple entretenimiento que es lo que se pretende al fin y al cabo, aunque para ello tengamos que admitir bastantes convencionalismos.
La ancha pantalla y los efectos especiales de R. Whybrow, J. Thomas y D. Harris aportan su granito de arena, aunque aquí mejor diríamos sus copos de nieve.
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