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CRITICA
Por: PACO CASADO
Cuenta la historia de un grupo de amigos que viven una noche agitada en la que tratan de poner en claro lo que ha ocurrido.
Varios de ellos se encuentran en la discoteca La Pedrera, cuando una serie de ruidos que vienen de la calle llaman su atención.
Se ha producido una manifestación y la policía carga contra los que así se manifiestan y salen huyendo como los demás y en una de las calles, varios de ellos encuentran un contenedor de una obra y lanzan piedras contra la policía y uno cree haber matado a uno de los policías al darle en la cabeza.
Tras estos hechos los amigos se llaman para reunirse y opinar sobre lo que deben hacer con respecto a lo ocurrido.
Unos dicen entregarse, otros opinan todo lo contrario.
Una de las chicas llama a su padre para tranquilizarlo de que se encuentra bien. Otro le pide a su pareja que se vaya a casa de sus padres. Otro pretende huir y hace la maleta.
Por otra parte piensan que no hubo testigos que pudieran identificarlos.
Poco a poco van llegando noticias a través de los medios de comunicación, radio y televisión, acerca de lo sucedido, con cuatro detenidos, un policía muerto y otros tres heridos.
En la reunión cada uno cuenta lo que hizo tras salir todos en desbandadas en distintas direcciones hacia sus casas, lo que constituyen pequeños relatos dentro de la narración general, en la que cuentan desde su propio punto de vista lo que ha sucedido.
Una de ellas no tiró piedras, pero huyó sin atender a los heridos y eso también está considerado como delito por lo que es tan culpable como los demás.
La película está contada en un principio a base de cámara en mano, a manera de reportaje con los hechos, en los que nunca se ven a los policías, sino únicamente se centra en estos seis amigos afectados de una manera o de otra en estos acontecimientos, aunque algunos de ellos no intervinieron sino que participan de la reunión de los que si lo hicieron y opinan sobre los mismos.
Es en esos momentos cuando el relato se serena y entonces se utilizan con frecuencia los planos fijos hasta tal punto que cuando uno de los personajes sale de cuadro éste no se mueve y lo que sucede fuera queda con el sonido solamente.
Por otra parte siempre se usa el formato cuadrado.
Se abordan temas como el cargo de conciencia, la posible culpabilidad de haber matado a alguien que siempre pesará sobre la memoria, si no se aclaran los hechos y sale el culpable, así como la soledad ante la posible implicación sobre lo ocurrido.
Es curioso que habiendo estado todos en el mismo hecho los relatos de cada uno difieran del de los demás, incluso a veces resultan ser contradictorios, sin que se pueda sacar una verdad unitaria y común a todos y con sus distintas emociones personales, para finalmente hacer todos un pacto de silencio y no contárselo a nadie.
Da la sensación de que los actores han tenido bastante libertad para la improvisación dado un patrón base de lo ocurrido para expresarlo cada uno a su manera, lo que le da una frescura interesante.
El madrileño guionista y cortometrajista Guillermo Benet ha producido diversos cortos y también ha dirigido tres de ellos para finalmente pasarse al largo con 'Los inocentes' (2020) cuyo guion, escrito en colaboración con Rafa Alberola, ha salido de un corto de igual título que suponemos sobre el mismo tema que dirigió dos años antes.
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