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CRITICA
Por: PACO CASADO
Sección oficial del Festival de cine iberoamericano de Huelva.
Koki y Carlos son de alguna manera los dos protagonistas de esta historia, aunque con caracteres muy distintos, sus destinos están entrelazados a través de sus violentas actividades.
Koki no se sabe muy bien cómo se gana la vida en la ciudad de Guatemala, siempre trapicheando.
A través de la amistad con Carlos, éste le presenta a algunos turistas que acuden al hotel, se hace amigo de ellos, y los acompaña para enseñarles la ciudad.
En algunas ocasiones Koki, tras pasar la noche fuera, regresa a casa de su madre, con la que vive, y se queda a cargo de su hijo pequeño al que saca a pasear y a jugar con él en el parque.
Es al parecer soltero, pero no sabe de donde sale ese hijo ni de la mujer que lo engendró.
Al amparo de la noche, seduce a los hombres en bares y discotecas, llevándolos a una habitación del hotel de Carlos donde practican sexo con ello.
Por su parte Carlos trabaja en la recepción de un pobre hotel y como afición tiene la lucha libre al que vemos en el comienzo en un duro combate que resulta bastante sangriento, como igual le ocurre a Koki casi al final, en que es asaltado por tres individuos mandados por una de sus víctimas que le dan una enorme paliza dejándolo bastante lesionado.
Cuando eso le ocurre Carlos lo reemplaza por otro joven.
No es necesario conocer la ciudad de Guatemala para sentir cómo laten verdaderamente sus calles, los ambientes de sus comercios y bares, sobre todo en la oscuridad de la noche con tan sólo contemplar estas imágenes.
Descubrir una ciudad a través de una película siempre es un gran momento y en este sentido, a través de sus personajes, el debut de Sebastián Lojo, hace un retrato de Guatemala a través de estas dos trayectorias paralelas de las que muy poco sabemos de ambos protagonistas, pero en las que sí vemos la desigualdad, la pobreza y la escasa seguridad ciudadana, no fácil de cambiar.
Los silencios y los gestos señalan mejor que cualquier diálogo el aislamiento en el cual viven los personajes en sus imágenes pero no condena la conducta de sus actos.
El ritmo lento y la atmósfera del film terminan por sumergirnos en esa realidad.
Todos esos momentos que hemos enumerado y algunos más, como la relación de Koki con una chica, son los que constituyen el argumento de esta historia, sin que haya mucha hilazón entre ambos protagonistas.
Está contada a través de planos generalmente fijos y algún que otro largo travelling como el que nos ofrece casi al final a través de una calle vacía, de noche, que no tiene mucho sentido, sino alargar esta corta historia.
N os da la impresión de que hay más de la pobre cinematografía guatemalteca de escasa producción y sin ley del cine, cuya única salida es la coproducción, que de la argentina, en la realización de Sebastián Lojo, cineasta formado cinematográficamente en Londres que ejerció primero como cámara y director de fotografía de varios cortos y con éste título se pasa a la dirección de un largometraje en lo que aún le queda bastante que aprender, entre otras cosas a no usar los planos tan largos, a dotarlos de más contenido y cuidar la narración.
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