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CRITICA
Por: PACO CASADO
En el principio de los tiempos los dragones y los humanos se llevaban bien, en armonía, eran buenos amigos, viviendo en un mundo de fantasía, pero debido a que estos últimos se volvieron egoístas, se rompió la amistad y se declaró la guerra entre ellos y ahora se esconden en los bosques y las montañas.
Lung es un joven dragón plateado, huérfano, que vive con los demás en la montaña, que está empeñado en encontrar la Orilla del Cielo, que es el paraíso de los dragones, para que todos puedan vivir en paz y libertad.
Esa aventura la corre con un duendecillo llamado Piel de azufre.
Para que les ayude buscan a un sabio que se llama Internet, al que van a buscarlo, y por el camino encuentran a Ben, un raterillo que roba un collar de una joyería y huye de la policía. Se oculta entre una multitud que van disfrazados de dragones, ante un cine que estrena Cómo entrenar a tu dragón (2010), de Dean DeBlois y Chris Sanders.
Cuando Lung ve el cartel de la película cree que Ben es el conductor de dragones y él se une a ellos para escapar.
Por el camino aterrizan en el desierto, en unas ruinas históricas donde el Profesor Barnabas les indica que tendrán que viajar a través del Himalaya para encontrar lo que se proponen.
En su aventura les persigue Ortiga Abrasadora, un dragón metálico, inmune al fuego, que quiere acabar con todos los dragones, en compañía de Pata de Mosca un hombrecillo que le hace de espía.
Se establece así una carrera para ver quien llega antes sorteando por el camino una serie de peligros en esta aventura.
El guion de John R. Smith toma de partida el libro escrito en 1997 por Cornelia Funke, que pronto se convirtió en un best seller, en el que los personaje viven toda clase de aventuras.
No se trata de ningún remake o continuación de la trilogía de los films norteamericanos de DreamWorks Cómo entrenar a tu dragón, pero sin embargo la animación tiene un cierto parecido sobre todo en el diseño de los dragones.
Es un relato muy distinto en el que pasan muchas cosas a pesar de su sencillez, en el que se encajan además algunos mensajes positivos como el valor de la amistad y la lealtad.
El director israelí Tomer Eshed debuta con esta producción en la realización de un largometraje animado tras haber dirigido tres cortos y trabajado en el departamento de animación de cuatro cintas y lo hace bastante bien, sin que decaiga el ritmo en ningún momento, ayudado por la música de Stefan María Schneider.
Tiene una realización técnica bastante aceptable con unos personajes muy dinámicos encuadrados en paisajes de ensueño y la historia es lo suficientemente entretenida para que guste a la grey infantil.
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