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CRITICA
Por: PACO CASADO
El cine de karate y artes marciales hace unos años encontró el relevo en este otro más sofisticado que practican los ninjas, una especie de sociedad secreta oriental, cuyo arte se conoce con el nombre de ninjitsu.
Son ya varias las películas que se han visto en las pantallas comerciales de nuestro país de este género a través de sucesivas temporadas, algunas de las cueles fueron realizadas por este mismo director, Sam Furstenberg, para la productora Canon, a la que se le da bien filmar productos comerciales baratos para un rápido consumo.
En esta ocasión la variedad consiste en que la acción se ambienta en las islas Filipinas y el protagonistas es Joe T. Armstrong, un joven soldado norteamericano, alistado en el ejército de los Estados Unidos que se encuentra destacado allí, que posee todos los secretos de la lucha del ninjitsu, pero ha perdido la memoria de todo lo que ocurrió en su infancia y juventud y consecuentemente cómo llegó a tener esas habilidades luchadoras.
En una de sus primeras misiones el convoy es atacado por unos rebeldes que tratan de quitarles las armas que transportan y secuestran a Patricia, la hija del coronel de la base.
Joe logra salvarla pero los demás compañeros caen en el combate.
Sus jefes consideran que lo que ha hecho es un acto de cobardía, mientras que el jefe del grupo mafioso desea vengarse en su persona por haber frustrado sus planes.
Sin pretenderlo se ve metido en tener que descubrir a toda la organización mafiosa de esos mercenarios que trafican en armas a costa de la corrupción de algunos oficiales del ejército que colaboran en esa acción delictiva.
El film no es más que un simple tebeo cinematográfico en el que abundan los constantes combates y enfrentamientos entre el protagonista que, prácticamente, lucha solo contra un buen número de enemigos, la mayoría de ellos ninjas, teniendo así la oportunidad de exhibir sus habilidades y estratagemas en esa clase de lucha oriental.
Todo en la cinta es superficial, un puro pastiche, encaminado a la acción constante, con una brillante música de Michael Linn para subrayar los momentos más emocionantes de los combates que se van produciendo a lo largo de la trama.
La dirección de Sam Firstenberg es bastante endeble en esta ocasión.
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