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CRITICA
Por: PACO CASADO
De entrada hemos de decir que estamos ante el documental más extraño que hemos visto nunca ya que roza lo inverosímil.
Barbora Kysilkova es una joven pintora hiperrealista checa que huye de Berlín de una relación con su novio que la maltrataba y se traslada a Oslo donde piensa instalarse para pintar y exponer sus obras.
En abril de 2015 dos cuadros desaparecen de la exposición de la galería de arte el mismo día de la inauguración de la sala Galeri Nobel en el centro de la ciudad de Oslo, los titulados El canto del cisne y Chloe & Emma.
El ladrón huye y la autora de los mismos no deja de buscarlo hasta que por fin da con él en los juzgados cuando tras ser detenido tiene que acudir al juicio que se celebra contra él por el robo.
La artista era la pintora checa Barbora Kysilkova que se hace amiga de Karl Bertil-Nordland, el ladrón que robó sus valiosas pinturas valoradas en unas 20000 coronas, tal vez con la secreta intención de recuperarlas o saber qué había sido de ellas.
Poco a poco se va estableciendo un cierto vínculo de amistad y le pide que se deje retratar convirtiéndose así en su modelo.
Durante esa relación él le cuenta su desgraciada infancia ya que sus padres se divorciaron cuando tenía ocho años y le tocó vivir con su padre y sus dos hermanos con su madre y cómo a los 18 años se alió con una pandilla de individuos que eran delincuentes convirtiéndose así en un gángster y habiendo pasado ocho años en la cárcel.
Cuando termina su cuadro y se lo muestra a Bertil llora de emoción al verse retratado con tanta fidelidad y le pide hacer otro en compañía de su novia Linda Ville Ruud.
En ese tiempo de relación con la pintora, Bertil tiene un accidente de tráfico y ella se convierte en su aliada más cercana cuando él resulta gravemente herido siendo ingresado en un hospital y necesitando de atención a tiempo completo.
Lo que se cuenta en esta película es la increíble relación de amistad y confianza entre estas dos personas tan distintas pero ante todo tan real.
Así se inicia esta historia de amistad, expiación y capacidad creadora que se ha convertido en una de las producciones más premiadas del año.
Cuando el cineasta noruego Benjamin Reed tuvo noticia de esta historia del conocimiento entre el ladrón y la pintora se interesó por poder rodarla, les pidió permiso y este es el resultado que se convirtió en el segundo largometraje documental que realiza este director.
A lo largo de estos encuentros y conversaciones entre ambos se incluyen algunas escenas de ella pintando los cuadros.
Hubo otro ladrón y cada uno se llevó un cuadro, pero de ese no se sabe en este relato hasta los metros finales.
La narración no está llevada a cabo de forma lineal sino que hay algunos saltos en el tiempo, lo que hace que por momentos se haga un poco confusa ya que por otra parte es demasiado larga y puede aburrir ya que no tiene ninguna escena de acción y casi toda se desarrolla en interiores con largos diálogos.
Premio del público en los festivales Atlántida y Londres. Mención honorífica en el Festival de DocAviv. Premio del jurado en Docville, Sundance y Nordic Docs. Premio Golden Firebir en el Festival de Hong Kong y mejor documental en Nordisk Panorama. Premio Andreas en el Festival de Noruega.
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