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CRITICA
Por: PACO CASADO
Walter Hill, a sus 42 años, es uno de los directores jóvenes que mejor realiza el cine de acción en estos momentos.
Desde su primera película, 'El luchador' (1975), que pasó algo desapercibida, hasta pasar por films como 'Driver' (1978), 'The Warriors. Los amos de la noche' (1979), 'Forajidos de leyenda' (1980), 'La presa' (1981) o 'Límite 48 horas' (1982), son todos títulos a los que se les pueden poner muy pocos reparos en ese sentido.
Casi todos ellos tienen un eje central común: la violencia, ya sea en zona urbana o en las salvajes calles de un western.
Pero precisamente si algo tiene este nuevo título, 'Calles de fuego' (1984), es que auna por una parte aspectos de dos de sus cintas anteriores: 'Forajidos de leyenda' (1980) y The Warriors. Los amos de la noche' (1979).
De la primera toma el esquema, ya que la película está concebida como una especie de western.
Durante un concierto de rock la cantante Ellen Aim es secuestrada por Raven Shaddock y su banda de motoristas.
Billy Fish, su representante, contrata al mercenario Tom Cody, que en su día fue su novio, para que la rescate del club nocturno donde la tienen prisionera, pero esta vez, desengañado, lo hace contratado por dinero.
El amor volverá después.
El enfrentamiento entre el héroe y el matón en medio de la calle, recuerda a las escenas callejeras de los films del género western, sólo que aquí es con unos extraños martillos y rodeados de coches y motos, rockeros, individuos de pelados punks y brillantes cazadoras de cuero, mientras que por encima de ellos pasa el metro nocturno y al fondo brillan los fluorescentes de neón con vistosos colores que llaman la atención creando una atmósfera extraña y tensa a la vez; todo ello se toma del ambiente callejero y la rivalidad existente entre las bandas que aparecían en 'The Warriors. Los amos de la noche' (1979).
Como se puede observar son dos cintas unidas en este caso en una sola.
En este sentido el esquema de la película es simple, sin complicaciones, todo es esperado pero interesa al menos por saber cómo se va a resolver.
Por otra parte está el atractivo de la música rock, lo que le sirve a un tiempo para alargar la narración que se quedaba un poco corta, por el mismo esquematismo y la simpleza que antes habíamos apuntado.
Walter Hill dirige con nervio y fuerza, sobre todo las escenas de acción, persecuciones y violencia.
Premio a Amy Madigan en el Festival de Sitges. Mejor película extranjera en los premios Kinema Junpo.
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