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CRITICA
Por: PACO CASADO
Cuando el director Tobe Hooper hizo su película 'La matanza de Texas' (1974) se pensó por los halagos que recibía, que allí había un nuevo realizador del cine de terror con unas ideas muy originales con el que a partir de ahora se podía contar.
Pero ya en 'Trampa mortal' (1976), el segundo film, que le vimos, algo fallaba como para que nuestros pensamientos hubieran cambiado con respecto a su obra anterior.
Ese presentimiento parece que lo vuelve a confirmar de nuevo en 'La casa de los horrores' (1981).
¿Es que sonó la flauta por casualidad?.
En esta nueva cinta contaba con un tema con muchas y muy buenas posibilidades.
Amy Harper, una chica adolescente, ha asegurado a sus padres que esa noche irá al cine.
Preferiría cumplir su palabra, pero ha quedado por primera vez en salir con Buzz Dawson en compañía de sus amigos Richie y Liz.
Las dos parejas de jóvenes prefieren ir esa noche a divertirse a una feria ambulante que han instalado en las afueras del pueblo con el fin de pasarlo bien de forma inocente.
Se divierten montándose en las diversas atracciones y visitando un espectáculo de animales monstruosos.
Pronto descubren, sin embargo, que el recreo no se va a producir como ellos pensaban que iba a ocurrir en aquel recinto.
El año anterior esta feria pasó por una localidad vecina y se produjeron allí dos crímenes horribles que aún siguen sin aclararse.
A iniciativa de los chicos, los cuatro amigos deciden pasar la noche escondidos en la casa de los horrores, una vez que el parque haya cerrado.
No son los únicos que corren un grave peligro.
También un niño, el hermano de Amy, está en la feria: se ha escapado de casa y llegó allí siguiendo a los otros.
Durante la noche son testigos del asesinato de la adivina Madame Zena a cargo de un hombre que lleva una máscara al que, debido a ello, no pueden identificar y por otra parte descubren que no pueden salir de allí porque todas las salidas están bloqueadas, convirtiéndose en claro objetivo del maniaco asesino.
Todo un amplio campo de juego se despliega ante el director Tobe Hooper, pero lo deja pasar sin apenas aprovecharlo.
El comienzo de la película, con el homenaje a la escena de la ducha de 'Psicosis' (1960), parece que puede resultar algo prometedor, pero finalmente no será ese el resultado.
Después el paseo por la feria es casi un puro relleno para llegar a la media hora final, en la que la acción comienza a aparecer y el interés del espectador a despertar, ya que hasta entonces ha perdido el tiempo sin describir caracteres de los personajes, ni utilizar los recursos posibles que ofrecía la feria para producir el terror.
El film comienza realmente cuando llegan las dos parejas a la The Funhouse que da título original a la cinta.
Y es allí donde se acumulan todos los horrores y pesadillas hasta hacer el tema totalmente convencional, con un monstruo que necesita varios golpes en la cabeza, puñaladas, descargas eléctricas y ser aprisionado finalmente entre dos ruedas dentadas y aún así sobrevive.
El guion de Lawrence J. Black que parece que está basado en una novela de Owen West de la que tan sólo ha quedado lo esencial, la ha despojado de todo el artificio que rodea a la acción principal, tal vez por ello no figure en los créditos, es bastante flojo y Tobe Hooper no ha puesto tampoco más inteligencia para mejorarlo a lo largo de su desarrollo.
La fotografía de Andrew Laszlo, la música de John Beal y la actuación en general de los jóvenes actores que componen el reparto, se mantienen en un tono discreto cumpliendo con sus respectivos cometidos.
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