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CRITICA
Por: PACO CASADO
El personaje de Emmanuelle, con N o sin N, blanca, negra o torrefacta, como dice el compañero crítico televisivo Alfonso Sánchez, supone, de unos años para acá, un reclamo fácil y tópico hacia el cine erótico o seudo porno realizado en Europa.
Y los italianos, siempre hábiles a la hora de fabricar subgéneros comerciales y copiar parodiando los mayores éxitos de otras cinematografías, se han fabricado esta Emanuelle negra como un producto repetido y constante de cine de consumo erótico que les ha ido tan bien o mejor que la blanca.
Ahora Emanuelle, la negra, la de Laura Gemser, se va al Egipto milenario y faraónico para protagonizar una confusa historia de varios personajes.
La glamurosa, pasiva e intimidada modelo de moda Laura y su abusivo fotógrafo Carlo, su esposo, se van hasta Egipto para visitar a la adinerada amiga de Laura, Crystal.
Mientras se hospedan en la palaciega morada de ésta, Laura se hace amiga de la hija de Crystal, Pina, una joven de espíritu libre, y cae bajo el hechizo del carismático Horatio, el astuto gurú espiritual.
Crystal se pasa el tiempo haciendo el amor con su criado nativo y un guapo gurú espiritual, mucho más joven que ella.
La hija mayor se divierte con el criado cuando no está ocupado con su madre.
A Laura su fotógrafo está obsesionado con fotografiarla desnuda junto a animales muertos o una caravana de nativos masacrada por unos bandidos.
En realidad, el verdadero papel protagonista corre a cargo de Susan Scott, o lo que es lo mismo, la española Nieves Navarro, una mamá de buen ver, que reside en una lujosa mansión a orillas del río Nilo junto a sus dos hijas y a la famosa Emanuelle.
Entre ellas y los personajes masculinos, se dan todos los intercambios amorosos que permiten las distintas combinaciones y al director Brunello Rondi introducir las indispensables escenas eróticas para satisfacer al público espectador consumidor de las películas clasificadas S.
Un luminoso color en la fotografía de Gastone di Giovanni nos permite admirar los bellos paisajes de Egipto y sus milenarios monumentos, como los templos de Ramsés II en Abu-Simbel, que sirven de escenarios para protagonizar realmente toda la larga secuencia del final.
Así, sin pena ni gloria, se cubre una etapa más con una nueva aventura de la saga de Emanuelle negra, un tipo de cine al que se le pone el nombre de la protagonista femenina y detrás ya no importa qué más, lo que sea, da igual, aunque su traducción no corresponda con el título original italiano, puesto que el objetivo es el mismo en cualquiera de las nuevas entregas de la erótica saga.
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