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CRITICA
Por: PACO CASADO
'Forja de hombres' (1938) es la clásica película de buenos sentimientos, que se repone al cabo de tanto años de su estreno, que nos ofrece una visión optimista de nuestro mundo y de la sociedad de ese momento, como elementos positivos, aunque con algunos defectos, pero siempre a punto de arreglarse en cuanto alguien emprendedor se disponga a hacerlo.
En el fondo no es más que la clásica filosofía norteamericana siempre en la creencia de que a base de dólares y de buenas intenciones el mundo podría tener un fácil arreglo, ya que en verdad la realidad nos enseña que cuando se aplica esa regla la mayoría de las veces resulta todo lo contrario.
Un día un prisionero del corredor de la muerte declaró que no habría llevado a cabo una vida llena de delitos, si tan sólo hubiera tenido al menos un amigo cuando era niño.
Al tener conocimiento de esas palabras, el padre Edward Flanagan, toma la determinación de comenzar a construir un hogar para niños pequeños descarriados.
En este caso concreto de este buen hombre que aporta su granito de arena a esta visión reconfortante de los problemas sociales, como es el padre Edward Flanagan, sacerdote católico iniciador de las instituciones llamadas La ciudad de los muchachos, que hacen una labor positiva y válida, que se extendería por todo el mundo.
El film está dirigido por Norman Taurog, un correcto pero eficaz artesano que casi nunca brilla a gran altura, pero que en este caso se las arregló para poner en imágenes esta historia bastante conseguida.
En lo que se refiere al capítulo interpretativo Spencer Tracy se comporta de una manera sobria y serena, ajustada a su personaje protagonista de sacerdote cuyo trabajo le llevaría a conseguir el Oscar.
Frente a él encontramos a un histriónico y rebelde Mickey Rooney, que aún se encontraba en su etapa de actor juvenil y todavía lejos de su posterior declive.
En definitiva esta cinta trata de un mundo y una visión idealizada del comienzo de nuestro siglo con una puesta en imágenes plena de sencillez.
El segundo Oscar que obtuvo esta película fue para el mejor guion, escrito por Eleonore Griffin y Dore Schary.
También logró el premio de la National Board of Review para Spencer Tracy.
El film constituyó un gran éxito comercial y dio lugar a una segunda parte con el título de La ciudad de los muchachos (1941), que en realidad es la traducción del título original de esta que comentamos, que también dirigiría Norman Taurog y con los principales actores como protagonistas, Spencer Tracy y Mickey Rooney.
A pesar de los premios recibidos, el resultado final no pasa de discreto.
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