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CRITICA
Por: PACO CASADO
Cuando se va de vacaciones Mylène, la madre de Félix, un niño de 12 años, que está convencido de que su padre, que desapareció en el mar cuando salió a pesar, hace dos años, sigue con vida, se queda a su cuidado y de su hermana pequeña su tía Annie.
Un día le miente a ésta le dice que va a casa de Klaus, un amigo, y en realidad sale en busca de Tom, un viejo marinero retirado, que vive en un faro con Grumete, su loro pirata tuerto, al que Félix acude a ver con Rover, su gato, que se comporta como si fuera un perro, a quien le propone ir en busca de su padre.
En principio Tom se niega a acompañarlo y Félix se va en un bote a motor, pero se le estropea por el camino y el viejo marino sale con su barco en su busca.
Al día siguiente ambos parten de nuevo, pero por el camino les surge una gran tormenta que les hace naufragar, estrellando el barco contra los arrecifes de la Isla sombra oscura.
En su aventura se adentran en la isla y descubren un pasadizo secreto tras el cual encuentran una maravillosa ciudad, todo un paraíso, que está gobernado por Morgäa, una tirana que guarda un increíble secreto, que tiene problemas financiero y ha hecho un pacto con el millonario Bruce Bagwel.
Andando por la ciudad encuentran al padre de Félix al que tratan de rescatar de la vigilancia de los guardianes de Morgäa.
Además de esta trama principal en el guion existen otras secundarias, como la venta de la casa de la mamá de Félix, la doble personalidad de Morgäa, la trampa de Bagwel, una araña blanca cuyo veneno produce la eterna juventud y varias aventuras más que vienen a adornar el argumento de esta historia que le añaden un mayor interés.
Últimamente en estas producciones de animación que nos están llegando a nuestra carteleras, que ya no sólo son de Estados Unidos, sino también de otras cinematografías, estamos notando que los guiones son más elaborados y no tienen la simpleza que solían ser habituales antes, ya que iban destinados por el hecho de ir destinado a la grey infantil.
Esto hace que los acompañantes de estos pequeños espectadores no se aburran y en algunos casos hasta logren prender el interés.
El cineasta canadiense Nicola Lemay escribió esta historia que en principio pensaba publicarla en un comic, pero finalmente optó por llevarla al cine.
Es un cineasta que procede del departamento de animación y tras dirigir cinco cortos, debuta en el largometraje con esta película.
Por parte de la animación ya no hay secretos y como mínimo se logra un producto bastante digno, como es éste el caso, ya que se trata de un experto en la materia en la que trabajó durante dieciséis años.
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