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CRITICA
Por: PACO CASADO
Cada vez están llegando a las carteleras españolas más producciones de carácter homosexual e incluso hay ya festivales de títulos que tratan estos temas de ambos sexos, tanto de lesbianas como de homosexuales.
Un día todo se acaba entre Adrian y Hampus en este drama LGBTI.
Para Hampus resulta un alivio romper su destructiva relación en la que se siente anulado, mientras que Adrian, más controlador, lo está pasando fatal, está desolado, ya que no podrá vivir sin el amor de su vida y no sabe si habrá alguna manera de poder volver a recuperarlo.
En su ruptura, tras un tiempo viviendo juntos, ambos discuten por el televisor y la cama, que representan algo de lo que consiguieron juntos.
Adrián quiere que vuelva, pero Hampton se resiste y se corta el cabello como una forma de comenzar de nuevo, aunque con un sentimiento de vacío que tendrá que volver a rellenar.
Posteriormente se ven en un bar y le devuelve el anillo.
Adrián, que es fotógrafo de modas, le es infiel con una chica, se ve con Jack, un amigo, y se lo cuenta, mientras que Hampus compone canciones.
En un nuevo encuentro entre Adrián y Hampus, éste le cuenta que se está viendo con un nuevo chico, tal vez para darle celos a ver si así vuelven a estar juntos.
Adrián quiere que le devuelva la cama, está celoso y furioso.
Por su parte Adrián conoce a Rasmus, un chico que es coreógrafo.
Hampus le presenta a Julián a Adrian.
Las dos parejas se reúnen a cenar.
Como se puede observar esta no es más que la historia de una ruptura de una pareja homosexual, de un rompimiento doloroso, de una relación íntima cuando llega un momento en el que ya no se soportan, están hastíados y terminan por separarse eligiendo caminos cada vez más destructivos, pero tienen que seguir viviendo cada uno por su lado.
La cuestión es que tras un cierto tiempo juntos, algo les queda a ambos y cada uno de una forma distinta, tal vez, intente de nuevo volver a estar juntos, aunque haya momentos que se convierten en un campo de batalla en los que surge el rencor que cada vez los separa más y otros en los que hay una posibilidad de acercamiento.
En los diferentes encuentros surgen los deseos de nuevo, los celos y todo ello adobado con abundantes escenas de sexo explícito entre las distintas parejas que surgen a lo largo de la enredada trama en la que siempre queda la duda de saber si por fin la ruptura será definitiva o habrá posibilidad de volver.
Hay momentos en que se hace teatral, demasiado repetitiva y llega a cansar al espectador ya que lo que comienza más o menos bien termina de aquella manera, aparte de que le sobran metros, resultando artificiosa y poco creíble, ya que no hay drama ni intensidad en la trama.
El cineasta sueco, nacido en Gotemburgo, David Färdmar, debuta en la dirección de un largometraje con 'Vivir sin nosotros' (2020), que parte de un corto interpretado por los mismos actores, con el honesto retrato de la ruptura de esta pareja gay en la que hay que plantearse si es posible comenzar de nuevo y en cuanto a la puesta en imágenes va a los simple a lo fácil.
Hay una interpretación realista por parte de los actores en los que hay momentos que parecen vivir de verdad esa relación, sus sentimientos y su posterior ruptura, sobre todo en el caso de Bjorn Elgard que encarna al personaje de Adrian.
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