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CRITICA
Por: PACO CASADO
Con producción, guion y dirección de José Luis Merino, el cine español, esta vez en coproducción con Italia, vuelve a la carga con una producción de terror, género de moda que se prodiga con facilidad en estas películas de serie B, aptas para el mercado de la taquilla ya que son de producción baratas.
La historia no difiere mucho de otras vistas anteriormente, ya que en ella se trata de poner en movimiento de forma mecánica a una serie de seres que han perdido la vida, lo que origina una gran cantidad de crímenes para formar un batallón de muertos, con la consiguiente complicación en la herencia de una familia lo que origina todo el drama central del film.
El cine español y toda la pléyade de directores mediocres, siguen pues empeñados en hacer cine de terror, género que está de moda y que de momento parece que tiene una buena aceptación por parte de un público eminentemente juvenil y popular.
No es que tengamos nada contra el género, ni que lo consideremos menor, ya que cuando está bien hecho como es costumbres en las producciones inglesas de la Hammer, realizadas con seriedad y dignidad, son defendibles, pero no estos productos en serie, con bajos presupuestos y descuidados en muchos aspectos.
Se insiste aquí, una vez más, en resucitar muertos con los que formar un ejército para conquistar el mundo.
La idea está más que machacada y pasada de moda, vista en múltiples ocasiones en otros realizadores.
En el otro lado de la balanza hay que colocar un guion endeble, que falla, no sólo en su idea de base, sino también en lo mal estructurado que está.
La combinación dramática se podría salvar, pero como tampoco por parte de José Luis Merino se ha extremado en poner mucha imaginación en la realización, el resultado no podía ser muy plausible.
Se recurre con demasiada frecuencia a los trucos fáciles y tópicos de sorprender al espectador con sobresaltos para producir el miedo, algo que gusta especialmente a los espectadores jóvenes, no faltando tampoco la violencia y como consecuencia la sangre derramada a placer.
Por parte de los actores no están todo lo bien encajados que debieran en sus respectivos personajes, entre los que podía faltar tratándose de esta clase de cine Paul Naschy encarnando en este caso el papel de Igor.
Película que está cuidada en cuanto a la ambientación, la fotografía, el color, posee el defecto de un guion embrollado y una exposición poco clara de los hechos, con los convencionalismos propios de este género.
En definitiva realizada de cara a la taquilla de lo que se no podían obtener mejores resultados con estos mimbres, por lo que el producto no está logrado.
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