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CRITICA
Por: PACO CASADO
De entre la vieja guardia del cine francés, René Clément es uno de los hombres que contaba con mayor prestigio.
Algunas películas suyas llegaron a entusiasmar a los críticos, aunque últimamente tal vez se le haya atacado en exceso.
No cabe duda, a pesar de todo que, aunque sus argumentos puedan resultar más o menos convincentes o estén creados con una cierta mecánica artificial, Clément sabe ponerlos de forma cuidada en imágenes, aunque sus personajes no tengan la profundidad y el estudio requerido en muchas ocasiones.
Un coronel del ejército norteamericano situado en Francia, trata de localizar a un maníaco sexual que ha escapado.
Esta vez se enfrenta a un suspense de tipo psicológico partiendo de una base poco convincente que fácilmente puede caer por falta de una lógica más real y sin unas motivaciones fundadas.
Pero una vez supuesta esta premisa, Clément crea todo un clima de misterio en torno al hecho que desarrolla con interés, aunque con una cierta premiosidad en algunas ocasiones y repitiendo tal vez excesivamente las situaciones.
Pero no cabe duda de que el film está dentro de su línea de cine, de su estilo propio e inconfundible que ya le hemos visto en otras ocasiones anteriores.
Clément nos presenta una muestra de ese género en el que se mezcla el suspense con la psicología.
Ahora el personaje central es una mujer en cuya boca hay una mentira justificada que se prolonga a lo largo de la historia; los hombres giran en torno a ella, como víctimas, como acosadores o como ignorantes de las situaciones y las cargas negativas son puestas por ellos.
La mujer, como en 'Marnie la ladrona' (1964), de Alfred Hitchcock, se encuentra en una situación que reminisencias freudianas le hacen repeler el violento acoso a que es sometida y que testimonia el sadismo del hombre-policía que se ensaña en la presa para al final dejarla escapar cínicamente.
También una afirmación dicha casi sin importancia justifica la postura de la mujer: "todo el mundo miente", su itinerario como en 'Círculo rojo' (1970), la cintaa de Jean-Pierre Melville, se nos insinúa con una cita de Lewis Carrol que dice poco más o menos así: "el pozo era tan profundo o la caída tan lenta que pude darme cuenta de lo que iba pasando".
El estilo de Clément es lento y monocorde, poco elegante en el uso de los títulos que nos indican la separación de días y horas como si no dispusiera de recursos fílmicos para darlos.
Le sobra metraje y le falta una mayor consistencia.
No se priva de algún que otro golpe de efecto y de ir dosificando el interés a lo largo de la trama.
Tiene un buen reparto de actores en el que destaca la labor de la sensible y pecosa rubia Marlene Jobert, al lado de un sobrio Charles Bronson, una vez más en el papel de duro.
Una buena fotografía de Georges Pierre y una agradable música de Francis Lai completan los valores de esta película.
Globo de oro al mejor film extranjero. David de Donatello especial para Marlene Jobert.
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