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CRITICA
Por: PACO CASADO
Cuando una producción tiene un gran éxito es frecuente que rápidamente se arbitre realizar una continuación, como viene ocurriendo últimamente en el cine norteamericano.
En este caso después del logro conseguido por El exorcista (1973), de William Friedkin, se hizo dos años más tarde La profecía (The omen) (1975) que también supuso un gran triunfo comercial de cara a la taquilla, sobre todo en los Estados Unidos, por lo que no se podía dejar escapar el hacer una segunda parte o continuación de la historia ya que dejaba el final abierto.
Aquí el personaje central, Damien, que quedaba vivo en la primera entrega ha crecido.
Han pasado ya siete años y ha sido recogido por sus tíos, que viven en un rico barrio de Chicago, que han olvidado los hechos que habían ocurrido anteriormente.
Damien es designado heredero de toda la fortuna de su familia.
Tan sólo su tía Ann, recuerda algo, pero ésta muere pronto.
El propio Damien no sabe muy bien de los poderes que tiene y de su elección para ser una especie de Anticristo, hijo de Satanás, e incluso se pregunta por qué le ha tocado a él que le ocurran esas cosas.
Ha ido pasando el tiempo y Damien está ahora a punto de cumplir trece años y finalmente se entera de su destino debido a un discípulo del demonio y lo acepta de inmediato.
Entonces, de repente, todo sucede demasiado rápido.
Mientras tanto las fuerzas oscuras comienzan a eliminar a todos aquellos que sospechan la verdadera identidad del niño.
Los crímenes se van sucediendo de forma extraña y misteriosa y eso mantiene despierto el interés del espectador.
Las precauciones que se tienen ante una segunda parte nos hacían estar en guardia ante este film.
Afortunadamente ha caído en manos de un correcto artesano como es Don Taylor, que tal vez está acostumbrado a hacer las continuaciones de otras series como fue el caso, por ejemplo, de El planeta de los simios (1968), de la que hizo una de las secuelas Huida del planeta de los simios (1971).
En este caso ha sabido dotar al correcto guion que tenía en sus manos que han escrito Stanley Mann y Muchael Hodges, de una acertada realización, logrando una buena ambientación de la historia, recreando bien las situaciones y haciendo la cinta bastante verosímil, dentro siempre del convencionalismo del tema.
El compositor Jerry Goldsmith sigue aportando su sugestiva música a la banda sonora con algunos de los temas de la primera parte.
Bien el ramillete de buenos actores que componen el reparto, con acierto en los respectivos papeles que les han caído en suerte.
Nota aparte merece el acierto de los efectos especiales.
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