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CRITICA
Por: PACO CASADO
Hacía algún tiempo que no teníamos ocasión de ver una película dramática, género que no suele practicar mucho últimamente el cine norteamericano y mira por donde nos encontramos con este drama israelí entre una madre y una hija.
Asia es una madre soltera, inmigrante rusa, de treinta y cinco años que tuvo una hija, Vika, a una edad muy temprana cuando aún era casi una adolescente, que ya tiene diecisiete años.
A pesar de vivir juntas, apenas si se relacionan.
Asia es enfermera y mientras ella trabaja Vika pasa el tiempo en la pista de skateboard con su amiga Natalie y demás chicos de su misma edad fumando y bebiendo.
Asia tiene una aventura amorosa con un médico que trabaja en el mismo hospital de Jerusalén que ella, que está casado, con el que se ve con una cierta frecuencia a escondidas haciendo el amor en el coche.
Vika también quiere tener relaciones con Roy, un chico que le gusta, pero no lo consigue por la inmadurez de éste.
Esa rutina se ve afectada cuando un día acuden al médico porque la salud de Vika comienza a deteriorarse progresivamente de una enfermedad degenerativa que puede ser la poliomielitis o ELA, que puede dar la cara de repente o llevar un proceso lento, pero pronto se deteriora su capacidad motriz.
Es el momento en que Vika necesita más a su madre, para cuidarla y atenderla en su enfermedad y demostrarle el gran amor que tiene por ella.
Es una historia un tanto rutinaria que alcanza el mayor punto de interés cuando la hija enferma con los momentos más dramáticos, mientras tanto apenas si pasa nada, pero tiene la habilidad de no caer en el sentimentalismo fácil o el melodrama lacrimógeno.
En este film se dan cita algunos temas como la soledad, la maternidad prematura, la inmigración, los problemas de la adolescencia, la familia disfuncional, la enfermedad, el amor y el sacrificio.
Está escrita por la propia directora y guionista israelí Ruthy Pribar, y posiblemente sea el reflejo de alguna experiencia propia o de alguien conocida que le ha servido para llevar este relato humano a la pantalla que supone su debut en la realización de un largometraje tras llamar la atención con sus cortos.
Para ello hace una realización sencilla en la que los primeros planos de los rostros de las dos mujeres dicen más que las palabras.
Uno de los puntos fuertes de este drama familiar es la actuación de las dos actrices protagonistas, Alena Yiv en el personaje de la madre y la joven Shira Haas como la hija, ya que ambas hacen un trabajo ciertamente formidable que ha sido reconocido con premio en algunos festivales para amabas..
Nueve premios de la Academia del cine israelí. Mejor actriz Alena Yiv, Fotografía y mejor película israelí en el Festival de Jerusalén. Mención especial para el premio Roberto Rossellini para Ruthy Priba en el Festival Pingyao. Mejor actriz Shira Haas, Fotografía y premio Nora Ephron para Ruthy Pribar en el Festival Tribeca. Fue la elegida por Israel a los Oscar.
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