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CRITICA
Por: PACO CASADO
El cine portugués no nos llega con mucha frecuencia a nuestras pantallas porque en primer lugar su producción es escasa, en segundo lugar porque suelen ser películas bastante lentas y largas y en tercer lugar porque su cine no suele tener mucha calidad, aunque siempre hay la excepción que confirma la regla como es el caso del veterano Manoel de Oliveira, el más internacional de sus realizadores. De él nos gustó mucho El valle de Abraham (1993), un sólido melodrama muy bien construido con un cine de una gran serenidad y calidad.
Pero desgraciadamente no podemos decir lo mismo de La caja (1994), que se basa en un obra de teatro de la autora Prista Monteiro que gira en torno a un ciego que tiene una caja concedida por el Gobierno, lo que le da entidad oficial para poder recibir limosnas.
De lo que consigue el invidente vive también su hija y su vago y conflictivo marido, que no tiene trabajo.
Cuando un día le hurtan la caja se origina una auténtica desgracia.
Todo se torna violencia, insultos y sangre.
En ese mundo cerrado de una de las empinadas calles del barrio lisboeta de Alfama, Oliveira quiere encerrar todo un microcosmos constituido por los protagonistas antes mencionados y los vecinos, unido a algún transeúnte.
La atmósfera es asfixiante pero creemos que los personajes que en el film aparecen no son representativos de toda una sociedad, sino de una parte de ella.
Si lo que se pretende en teñir esta historia de humor negro no se consigue y en la mayoría de las ocasiones, la actitud de los actores nos parece evidentemente teatral, por más que Oliveira dote a la cinta de sencillez en la planificación o en los movimientos de la cámara.
Teatro filmado con técnica de cine, pero teatro al fin y al cabo.
Nos quedamos con el Oliveira de El valle de Abraham (1993)..
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