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CRITICA
Por: PACO CASADO
La historia comienza con una mujer, Lisa, tumbada en medio de una carretera y cuando se acerca un coche, Adam, el conductor le pregunta si está bien y la invita a acercarla al próximo pueblo que está a una decena de kilómetros.
No hablan mucho pero en la breve conversación sabemos que tiene una hija de nueve años.
Por la radio ella se entera de que se trata de un asesino que está siendo buscado por la policía.
En la siguiente escena Lisa cuando despierta se encuentra en una extraña habitación con luces de colores en las paredes donde no hay puertas, tan sólo dos orificios con un cierre en iris que en un momento determinado uno de ellos se abre y da paso a un corredor estrecho por donde apenas cabe una persona arrastrándose por donde ella trata de buscar una salida.
Tan sólo dispone de una especie de pulsera con una luz y un cronómetro que se pone en marcha cada diez minutos aproximadamente, tiempo que tiene para superar cada trampa.
Aunque no tiene ni idea hacia conduce no tiene otra opción que seguir avanzando para buscar una posible vía de escape.
Ese corredor es como una especie de laberinto, con entradas a derecha o a izquierda en la que va encontrando distintas pruebas que ha de sortear si quiere conservarse viva y encontrar la salida, si es que la hay.
En principio se piensa que todo el tiempo en esa claustrofóbica situación debería resultar muy aburrido, sin embargo aparte de producir cierta angustia en algunos momentos, las distintas trampas que ha de superar hacen más entretenido el argumento.
En algunos momentos nos recuerda a la serie de Saw en la que en cada nuevo capítulo se las ingeniaba el guionista para encontrar nuevas dificultades para que la persona secuestrada pudiera escapar.
No hay apenas descripción de los personajes, ni siquiera una excusa para que esa mujer se encuentre en esa situación sin ningún motivo para tener que sufrir esa auténtica pesadilla sin fin.
Debe ser una producción barata con apenas actores y todo el gasto se ha debido de ir en decorados y tampoco es que sean caros y con una realización de puesta en escena difícil por la ubicación de la cámara en esos estrechos pasillos.
Es una especie de terror diferente sin que produzca miedo.
Hay que ser una buena actriz como Gaia Weiss para soportar todo el tiempo en pantalla durante hora y media sin muchas posibilidades de movimiento y luchan siempre por la supervivencia.
La mente pensante de esta historia y de su dirección es Mathiew Turi que tras realizar dos cortos debutó en el largometraje con 'Hostile' (2001) y hace con Méander su segundo film sacando bastante partido a una situación casi única como la que se describe en su argumento y guion.
Premio a Mathieu Turi en el Festival de Bilbao. Mejor actriz Gaia Weiss en Buenos Aires Rojo Sangre. Premio FilmQuest a Gaia Weiss y los efectos visuales. Premio Festival en el Festival de cine Fantástico Lusca. Mejor film de ciencia ficción, director y actriz Gaia Weiss en el Festival de terror de Nueva York. Mejor dirección en el Festival de cine de Pesadillas. Mejor fotografía en el Festival Otros mundos de Austin. Mejor película en el Festival de Trieste.
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