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CRITICA
Por: PACO CASADO
No es frecuente encontrar en nuestras carteleras españolas una película de producción realizada netamente en Costa Rica que nos llega directamente sin haber pasado por ningún festival como por ejemplo el iberoamericano de Huelva, el de Málaga o el de San Sebastián en los que se pasan producciones del nuevo continente, entre otros.
En ella se nos cuenta la historia de Tatiana Villa que vive en la ciudad de San José, en Costa Rica, una periodista que se enfrenta a un trabajo que debe entregar en diez días, pero se encuentra afligida por las diferentes decepciones en las entregas que ha hecho anteriormente del mismo, la muerte reciente de su padre, la rutina que lleva en su día a día y la ruptura sentimental con Alonso, su novio.
Debido a ello y aconsejada por su amiga Raquel la anima a embarcarse en un viaje en el que descanse, se olvide del quehacer cotidiano en el que descubre el verdadero significado de la paz interior y el amor propio que es el tema de su trabajo y del bloc en internet en el que escribe a diario y que cada vez tiene más seguidores.
A lo largo del mismo tiene encuentro con varias personas, entre ellas Rogelio, un amigo de su padre, cuando ambos trabajaban haciendo zapatos que le dice que la vida es una celebración del amor; Jason, un desconocido, diseñador gráfico con el que coincide en su viaje visitando distintos hoteles con el mismo paquete turístico, con el que está de acuerdo de que la paz interior depende de nosotros mismos y al que termina contándole su ruptura con su novio, Alonso, al que conoció hace dos años y que la llama constantemente.
Tiene también un encuentro con Elena con la que practica unas sesiones de yoga que le hace ver acerca del perdón de sí mismo y de los demás.
Es en esta escala de viaje donde encontramos lo mejor de esta película con las distintas enseñanzas que podemos obtener para nuestra propia vida, que es de lo que se propone este film.
En cuanto a su realización se nota que no ha tenido ayuda estatal de ninguna clase como se expresa en los créditos finales, que ha sido hecho con pocos medios en lo que han colaborado todos los componentes del equipo en el que José Mario Salas carga con la dirección, el guion, la fotografía entre otros aspectos de la misma, en el que es su tercer largometraje como director.
Tiene un ritmo lento con un arranque que tarda media hora en hacerlo con apenas tres secuencias aunque después toma un camino más interesante, en el que se intercalan unos bellos lugares y paisajes de la nación costarricense que alegran la fotografía, junto con algunos ritmos locales.
El mayor peso de la interpretación recae en Johanna Solano, que está constantemente en pantalla sacando adelante su papel con cierta dignidad.
El resultado es una cinta sencilla, agradable de ver y disfrutar.
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