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CRITICA
Por: PACO CASADO
Esta película que comentamos, 'Rejas ardientes' (1983), se puede encuadrar fácilmente en la moda del cine carcelario, en la variante femenina, género del que nos han llegado periódicamente algunos títulos que se hicieron muy famosos, caso de La casa de cristal (1972) o el éxito de El expreso de medianoche (1978).
Esta cinta tiene el esquema de un telefilm al uso y juega a ser atrevida y osada en cuanto a la denuncia de un sistema carcelario que más que servir para rendir cuentas y reintegrar a los presos a la sociedad, los lleva por el mal camino porque entre otras cosas está corrompido entre las personas que están entre rejas, desde las propias reclusas en este caso, hasta los guardianes y celadoras del orden, sin que por otro lado falte el propio alcaide de la prisión.
La joven Carol Henderson, una chica inocente, acaba en una cárcel de mujeres para cumplir una condena de dieciocho meses de prisión, tras haber matado a un hombre, por accidente.
Alli conoce a algunas reclusas de buen conrazón como Val, mientras que otras se comportan de forma violenta, caso de Ericka.
Ella tiene que aprender a sobrevivir en un entorno contagiado por la violencia, los asesinatos, el racismo, el lesbianismo, las drogas y la brutalidad que llevan a cabo los componentes del personal de la vigilancia.
Entre las reclusas existen dos grupos, comandado cada uno por Duchess y Ericka, que se pelean entre ellas o se unen para luchar contra la dirección del abusador alcaide Bacman.
La institución está lena de corrupción y sordidez donde las reclusas son sádicas y las guardianas no son mucho mejores en su comportamiento.
Lo que podía haber sido un film valiente y positivo en cuanto a la denuncia de esas situación, se revuelve contra sí mismo, debido a la superficialidad con la que se trata el tema que, por otra parte, se elige cono único pretexto para exhibir, descaradamente, escenas eróticas, situaciones de violencia extrema, corrupción, tráfico de drogas, prostitución, violaciones entre otros males, etc.
La película, que posee un amplio reparto de estrellas muy conocidas, con mayoría femenina, muchas de ellas protagonistas en otros films de serie B y algunos de mayor categoría, se someten aquí a un colectivo sin relieve y con unos papeles que son difíciles de creer, como por ejemplo el que le ha tocado en suerte a Stella Stevens, que hace de capitán Nancy Taylor, rival del propio alcaide, con su pequeña mafia organizada dentro de la misma prisión.
La vulgar realización que lleva a cabo el director Paul Nicholas le resta categoría a la cinta, con un guion de Aaron Butler, también conocido como Vincent Mongol y del propio Nicholas muy mal estructurado además de resultar poco original.
En lo referente a la banda sonora tan sólo algunos temas de la partitura creada por Joseph Conlan merecen la penas.
Drama carcelario femenino con escenas subidas de tono.
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