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CRITICA
Por: PACO CASADO
Tras pasar por el Festival de cine de Sitges llega a las carteleras españolas 'Silent Night' (2021) en el momento oportuno de las fiestas navideñas.
Una acomodada familia compuesta por Simon el padre, Nell la madre y sus tres hijos, Art y los gemelos Thomas y Hardy, junto con algunos viejos amigos se reúnen en la idílica y aislada casa que tiene la madre de ella en la campiña británica, para celebrar la comida de Navidad, todos juntos.
Mientras, el mundo se enfrenta al apocalipsis, ya que Rusia ha inundado el planeta de un gas venenoso y todos los habitantes morirán de inmediato.
Incomodados por la idea de la inevitable destrucción de la humanidad deciden afrontar la situación con tranquilidad, abriendo botellas de vino y continuando las risas, la alegría, con los regalos y la fiesta de la celebración... mientras también vamos conociendo algunos secretos y mentiras así como las discrepancias ideológicas y políticas.
Pero por mucho que quieren fingir normalidad, tarde o temprano, tendrán que hacer frente a la idea de que es su último día de vida en la tierra y nada ni nadie podrá evitar la catástrofe.
Para ello el gobierno ha facilitado una píldora mediante la cual se evitará tener dolores y con ello sufrir ante la inminente muerte.
La acción comienza con la llegada de cada uno de los invitados a los que la familia espera en casa, y tras alojarse celebran el almuerzo; durante el mismo discuten, después juegan a adivinar películas, mientras los hombres hablan en el invernadero sobre el posible aborto de una de la mujeres que está embarazada.
Art, el pequeño de la casa, se niega a tomar la píldora en solidaridad, porque el gobierno no se la da a los emigrantes sin papeles ya que no figuran legalmente en los registros.
Se trata teóricamente de un film de terror que durante la primera hora parece una ácida comedia costumbrista por las situaciones que se suceden, hasta la media hora final en la que entran todos en pánico con las escenas más dramáticas, pero en ningún momento aparece el terror, ni fantasmas, ni sobresaltos para producir miedo físico, únicamente psicológico.
En este sentido es una cinta muy británica, elegante en la composición de las imágenes, en esta ópera prima que dirige Camille Griffin, de la que también ha escrito el guion con las vivencias de las distintas personas que se reúnen en la casa, mientras hace una exploración de la moral y los valores de la sociedad inglesa, con una metáfora de la crisis climática.
Podríamos decir que la acción tiene un cierto tufillo teatral, ya que toda ella se sitúa en la gran casa, salvo el inicio con la llegada de los invitados y un par de salidas al exterior, no obstante el ir y venir a las distintas habitación le quita algo de ello haciendo la planificación más variada.
De paso se abordan otros temas como el aborto, el racismo, la paternidad, el sufrimiento, el socialismo y la actitud moral del gobierno acerca de los ciudadanos más desamparados y de la veracidad de la información que se le ofrece a la población.
Encabezan el reparto la oscarizada Keira Knightley, Matthew Goode y el pequeño Roman Griffin Davis en el papel de Art que hace un buen trabajo a pesar de su edad.
Tiene una muy correcta fotografía y música.
Como nota curiosa los tres niños del matrimonio son los hijos de Camille Griffin, la directora.
Mejor guion y premio del público en el Festival de Sitges.
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