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RITICA
Por: PACO CASADO
Era esperado el estreno en España de esta producción, basada en la novela de Ayn Rand, porque toda realización de King Vidor es digna de expectación.
El guion, también escrito por la célebre novelista rusa, presenta el problema de la lucha entre el individuo y la masa, entre el genio que desea triunfar y sus conciudadanos que no le perdonan su genialidad.
Por sus ideas renovadoras, que pueden dar al traste con lo establecido hasta entonces, el joven arquitecto Howard Roarke se ha convertido en un profesional maldito ante quien todas las puertas se les cierran.
El cerco montado en su entorno por las grandes compañías se intensifica hasta el punto que se ve obligado a trabajar de simple obrero.
Pero ni siquiera una violenta campaña de prensa puede evitar que finalmente, este bloqueo quede roto por algunos encargos para el joven arquitecto que es cuanto Roarke necesitaba.
En muy breve tiempo, esos pocos edificios le convierten en una celebridad.
En este sentido trata de la vida de Howard Roark, un ególatra arquitecto incorruptible, innovador e independiente que se propone un fin, sin miedo a los peligros que le puedan surgir, lucha por mantener su integridad y libertad a pesar de las presiones profesionales y económicas que ejercen sobre él.
Nos ofrece también Ayn Rand otros magníficos personajes, como el del viejo arquitecto Gail Wynand, el hombre que se forjó a sí mismo como uno más de los tipos, que están muy bien definidos.
King Vidor es uno de los grandes clásicos del cine de Hollywood, cuyas películas suelen ser sólidos dramas de recias aristas, de personajes totalmente de una pieza, que defienden sus ideas por encima de todo.
Gusta de tener una base sólida al componer sus dramas, aunque es partidario de que al final sea la cámara la que cuente la historia y no se deje llevar por la literatura, pues de lo contrario lo que resulta al final no es una cosa ni otra.
Una vez más la realización de King Vidor es excelente, dándole vida al magnífico guion que con maestría introduce al espectador en la narración haciéndole partícipe de la historia.
Hoy tenemos ocasión de contemplar este viejo y clásico film de King Vidor, donde esas ideas se ponen fácilmente de manifiesto. Apoyándose en la novela de Ayn Rand, Vidor, a través del guion de la propia escritora, nos cuenta la historia de un hombre que tras hacerse arquitecto, trata de luchar contra una vieja arquitectura caduca, imponiendo sus modernas ideas y estructuras. Prefiere trabajar en una cantera a ceder tan sólo un ápice de lo que él ha diseñado, hasta que consigue que le sea aceptado uno de sus proyectos, para lo que ha de renunciar incluso a la mujer que le ama, que igualmente también tiene las ideas muy claras y no se deja domeñar.
La cinta refleja claramente que tiene una fuerte base literaria y eso se nota, porque no es ya solamente la historia que se nos cuenta, sino también los conceptos y las ideas que trata de transmitirnos, lo que a veces es mucho más difícil de plasmar en imágenes en una pantalla de cine.
Porque junto a estos dos personajes centrales, antes apuntados, hay otros que se dejan llevar por la ambición de poder y no les importan a quién atropellan con tal de lograr el fin que se han propuesto.
Es de destacar la música del maestro Max Steiner y la formidable fotografía de Robert Burks con exactos movimientos de la cámara en lo que se advierte la mano de King Vidor
Descuella un sobrio trabajo de Gary Cooper con una estupenda interpretación, con dominio del gesto y de la expresión, mientras que Patricia Neal gesticula en exceso.
Una dirección férrea para un cine clásico.
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