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CRITICA
Por: PACO CASADO
Es una pena que una producción como esta nos llegue a las pantallas españolas con media docena de años de retraso y además se estrene en plena temporada estival cuando otras de ínfima categoría copan las mejores fechas del año, pero esta es de las que no gustan a los empresarios que no aciertan a calar en su íntima humanidad.
El cine ha llegado a ser lo que es gracias a títulos de esta categoría artística como 'Bellísima' (1951), una maravillosa película dramática.
Realizada en plena eclosión del movimiento neorrealista italiano, Luchino Visconti no trata más que reflejar la realidad del país, como lo venían haciendo sus compatriotas realizadores.
El estado de pobreza en que estaba sumida Italia después de la guerra, hacía que las gentes humildes vieran una especie de espejismo en el hecho de poder alcanzar el estrellato cinematográfico como un medio de poder salir de la ruina.
Su argumento es muy pequeño en el que se narra la odisea de Maddelena Cecconi, una humilde mujer de barrio, que desea demostrar que su hija, la pequeña María, es la más bella de Roma.
De esta manera la buena señora intenta convertir a su hija de corta edad en una estrella de cine.
Para ello Alessandro Blasetti convoca un concurso en los estudios de Cinecitta para elegir a una niña para interpretar su próximo film, lo que hace a la protagonista, esa madre italiana, correr toda clase de sacrificios para lograr que su hija obtenga el papel, mientras que Spartaco, su marido, más práctico, prefiere que ahorre el dinero que se gasta en ella para poder pagar el alquiler.
Con esta breve historia Luchino Visconti hace una obra maestra del cine de todos los tiempos.
Por medio está la picaresca y hasta el desengaño, que le hace ver que la felicidad de su hija no está en ser actriz de cine, ni en conseguir una efímera fama.
'Bellísima' (1951) es una preciosa cinta, mejor diríamos una extraordinaria joya, toda ella sencilla, graciosa, humana, intensa y con un final aleccionador.
Vista con la perspectiva de los años desde su realización, se puede observar que conserva intactos todos sus valores y que viendo la ficha técnica figuran en ella algunos nombres como es el caso de Francesco Rosi como guionista o Franco Zefirelli como ayudante de dirección que después han llegado a ser grandes directores.
La película posee una extraordinaria interpretación de ese gran monstruo del cine italiano que es Anna Magnani, sobre la que recae totalmente el peso interpretativo, superando todas las actuaciones anteriores que le habíamos visto, estando siempre genial en su trabajo.
Destaca la fotografía en blanco y negro de Piero Portalupi así como la notable labor de Luchino Visconti desde la dirección.
Cinta de plata a la mejor actriz Anna Magnani del Sindicato de periodistas italianos.
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