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CRITICA
Por: PACO CASADO
La fórmula de las producciones de sketchs es de las que más se prodigan en la actualidad en la cinematografía italiana, casi estaríamos por afirmar que fueron ellos los la inventaron y los que más la usan.
De esta manera se reúnen varias historias en una sola película, unas veces con la misma intención o la misma temática, mientras que otra son simples relatos cortos de corte humorístico aunque no tengan nada que ver entre sí.
Tiene la facilidad y la ventaja de poder reunir a varios directores para contar esas pequeñas historias en las que a veces se usa el mismo equipo o cada uno lleva el suyo, como igual ocurre en el caso de los actores dando así una diversa gama interpretativa.
Los temas pueden ser unitarios o distintos, como ocurre en este caso que únicamente están unidos por la comicidad.
Los tres nombres de los realizadores que se dan cita en este título son de por sí casi una garantía de su buen hacer, pero no parece que hayan querido esforzarse demasiado a la hora de llevar a cabo estas historias, sino que más bien diríamos que se han limitado a salir del paso de manera más o menos airosa, sin complicarse mucho la existencia y así cumplir con el encargo.
Tampoco es que los guiones que tenían entre manos dieran mucho más de sí y por otra parte parece que están confeccionados a la medida de los actores para su lucimiento.
Aquí se reúnen tres relatos de carácter más o menos eróticos.
La primera de las historias es la de la Máquina de amar, escrita por Agenore Incrocci y Furio Scarpelli y dirigida por Nanni Loy, que es el título del guion de un film que se va a realizar y que está siendo pasado a máquina por una secretaria que va imaginando las diferentes situaciones a plasmar en las imágenes.
Tiene alguna gracia y sobre todo el lucimiento de Monica Vitti, pero es algo reiterativo.
El segundo relato se titula El celador, escrito y dirigido por Luigi Magni y tiene como tema la actualidad de las revueltas carcelarias ocurridas en Italia.
El tema gira en torno a una prisión en la que los reclusos se revelan si no se les concede una serie de reivindicaciones y para ello uno de los guardianes es apresado bajo la amenaza de sodomía si no se cumplen los derechos de los presos.
Está realizado en función de las posibilidades de Nino Manfredi y es el más flojo y soso de todos.
Finalmente el tercero es El equívoco, escrito por Franco Castellano y Giuseppe Moccia, dirigido por Luigi Comencini, que tiene como tema a un tímido aficionado al aeromodelismo que espera a una prostituta que ha encargado por teléfono, pero llega antes una chica que va a cobrar un recibo originando así el equívoco entre ambas.
Aquí se encuentran Nino Manfredi y Monica Vitti dando un recitado completo, siendo el más logrado, gracioso e insinuante, donde el diálogo juega un papel fundamental en torno al doble sentido de las palabras y la confusión que éstas producen, siendo el mejor de todos.
Por su parte el plantel de los directores resuelven favorablemente su trabajo pero sin complicaciones, logrando una simple comedia para pasar el rato.
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