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CRITICA
Por: PACO CASADO
Irina Mezhinskaya es profesora de literatura, vive en Moscú y hospeda en su casa a Laura una joven finlandesa, que estudia arquitectura y pretende mejorar el idioma, que está interesada en visitar unos petroglifos de gran valor arqueológico, de diez mil años de antigüedad, que se han descubierto recientemente en el puerto de la ciudad de Murmansk, situada en el Círculo Polar Ártico, porque piensa que es más fácil entender el presente si se estudia el pasado.
Con esa idea se embarca en un tren, tras tener una noche de amor con Irina, que se ha convertido en su amante, que ha cancelado a última hora el viaje para acompañarla, por lo que recorrerá sola un largo viaje que está salpicado de varias prolongadas paradas, a veces de varias horas, en algunas de las ciudades por las que cruza.
En el trayecto de este drama sobre la soledad coincide, en su estrecho coche cama de segunda clase, con un extraño desconocido, un rudo joven llamado Ljoha, minero ruso de profesión, que trabaja en la empresa Gok, para hacer dinero y montar su propia oficina, que resulta al inicio un tipo desagradable y mal educado al borde del mal trato.
En un principio parece acosarla sexualmente, e incluso no la deja dormir, pero con el transcurso del tiempo poco a poco van intimando, conociéndose mejor sentimentalmente y terminan haciéndose amigos e incluso la invita a pasar una noche en casa de su madre adoptiva, en una de las paradas.
Finalmente le ayudará a llegar al lugar cuyo objetivo es el motivo del viaje durante el cual ha surgido esa relación inesperada, entre dos personas que no pueden ser más distintas y tener menos en común.
El argumento de esta producción, que permite indagar en la condición humana y el deseo de obtener la felicidad, se basa en la novela de Rosa Liksom, de la cual han extraído el guion Andris Feldmanis, Livia Ulman y el director Juho Kuosmanen, que transcurre la mayor parte del tiempo en el tren y en concreto en el compartimento número 6, que da título a esta historia, con las breves escapadas al exterior que hemos apuntado en las diversas paradas que hace a lo largo del recorrido, resultando bastante monótono ya que no suceden muchas cosas que sean dignas de destacar, más que el conocimiento progresivo de estos dos protagonistas que están presentes en todo momento.
En un principio Ljoha se hace un tanto odioso, mientras que ella por su parte va ganando en simpatía por parte del espectador.
El cineasta finlandés Joho Kuosmanen hace con este su segundo largometraje de ficción, tras realizar cinco cortos, un mediometraje, dos series de televisión, haber sido actor, guionista, editor y pasar por el departamento de sonido, por lo que resulta un autor bastante completo en cuanto al conocimiento de lo que es el cine por dentro a sus 43 años de edad.
El tratamiento cinematográfico es bastante plano a lo que contribuye el argumento en el que pasan pocas cosas que sean destacables y que ofrezcan momentos de interés o emoción, aunque se anima un poco más cuando abandonan el tren, sobre todo en la parte final de esta extraña película.
En la banda sonora se puede oír la canción Voyage voyage que nos da índice de la época a la que se ha trasladado la acción, una década después, de la que se apunta en la novela, que puede ser sobre finales de los 80 y principio de los 90.
Gran Prix y especial mención del premio Ecuménico en el Festival de Cannes. Premio apoyo a la distribución en el Festival Cottbus. Premio Dragón a Seidi Haaria y Fipresci en el Festival de Göteborg. Cámara de oro 300 a Jani-Petteri Passi en el Festival Manaki Brothers. Premio a Juho Kuosmanen en el Festival de Jerusalén. Premio del jurado a Yuriy Borisov en el Festival de Sao Paulo. Mejor actor Yuriy Borisov en la Seminci de Valladolid.
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