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CRITICA
Por: PACO CASADO
El detective Philip Marlowe es uno de los personajes míticos en el género negro.
Fue creado por el escritor y novelista Raymond Chandler que le hizo vivir como protagonista de siete estupendas novelas y que el cine, con distintas caras, le popularizó en otras tantas películas.
La última de esas novelas la dejó inconclusa al morir Chandler el 26 de marzo de 1959 y fue terminada, treinta años después, por uno de sus discípulos, Robert B. Parker.
En esta la acción se sitúa en el año 1963 en el que un ya envejecido Phillip Marlowe se mezcla con el chantaje y el asesinato en la éite social de esa época.
Con un conciso e interesante guion de Tom Stoppard, con unos diálogos llenos de sarcasmo, aunque un poco confuso en ocasiones, fue realizada para la televisión, pero en España se ha decidido exhibir en salas comerciales.
Aquí nos encontramos con un Phillip Marlowe sesentón, que ha contraído matrimonio con Laura, una acomodada chica millonaria mucho más joven, hija de un gran magnate.
Ya no es un hombre independiente, sino que ahora ha de cuidar también de su esposa y tiene miedo.
Una llamada de teléfono y unos disparos a través del auricular le harán ponerse de nuevo en marcha tras su luna de miel, para vivir su última aventura, desenredando una madeja que, como es habitual, no está clara desde el principio.
No faltan en la historia las constantes del género, mafiosos sin escrúpulos, corrupción, guapas chicas de ambigua moral y la lucha contra el crimen organizado, con un Marlowe tal vez menos irónico que otras veces, que se encuentra mayor, falto de reflejos físicos pero no mentales para una rápida y socarrona respuesta.
En este sentido James Caan se adapta bien a la edad y circunstancias del personaje, al que le da buena respuesta Dina Meyer, con una aceptable puesta en escena de un director que no es ajeno al género ya que fue el responsable de títulos como El cartero siempre llama dos veces (1981), El caso de la viuda negra (1987) y Sangre y vino (1996), entre otros del género.
Sin llegar a la altura de títulos clásicos del cine negro, pero se adecua bien a la fórmula, tan poco utilizada en la actualidad. Premio Monitor para película especiales para la TV.
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