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CRITICA
Por: PACO CASADO
La acción se sitúa en los años de la gran depresión económica en los Estados Unidos.
Está terminando el año 1929 y va a comenzar el 1930.
Una época de parados, de conflictos y de miseria.
Frank es un autoestopista, un joven trotamundos poco amigo de permanecer demasiado tiempo en el mismo lugar, que acaba de llegar a una especie de bar-restaurante-mesón perdido en una carretera secundaria, junto a una gasolinera.
Al pasar por la cafetería el propietario, Nick, le atiende y le ofrece trabajo, para que ayude en la cocina y a fregar los platos y le ayude a llevar el negocio, él lo rechaza pero cuando la puerta de la cocina queda abierta ve en el fondo a una mujer joven, guapa, atractiva, y rectifica.
Nick está casado con Cora, una mujer hermosa por la que Frank se siente atraído desde el primer momento que la vio.
Esa mujer está pidiendo guerra: es la esposa del dueño.
Desde ese instante una corriente eléctrica sacude el cuerpo de estos dos personajes.
Él no espera a la noche para lanzarse sobre ella como una fiera hambrienta; ella descubre por primera vez el placer, después de noches en blanco con su marido, viejo y alcohólico, que la somete a toda clase de vejaciones y ambos planean matarlo, ser libres, entregarse a la luz del día, ser dueños de la cafetería.
Cora y Frank llegan a obsesionarse con la idea de asesinar a Nick.
El plan ha de llevarse a cabo con exquisito cuidado, ante la seguridad de que la policía investigará a fondo el asunto.
Es preciso hacer creer a todos que ha sido un accidente.
El primer intento de asesinato fracasa y el marido es el primero en alabar ante sus amigos griegos que aquel hombre, aquel desconocido, le ha salvado la vida.
Pero el sexo arrasa todas las barreras y lo intentan de nuevo, el crimen siempre llama dos veces, y lo logran. Ya son dueños de sus cuerpos, pueden amarse, gritar, ser felices, pero no saben que alguien ha descubierto la verdad de la muerte por accidente. No importa: (qué más da un nuevo crimen...!
La historia alcanza cotas imprevisibles. Son dos criminales unidos por la sangre, el deseo, la venganza.
Sin embargo, él le propone matrimonio al enterarse que está esperando un hijo. El huracán de pasiones será vencido por la llegada de un nuevo ser. Todo parece cambiar. Intentarán comenzar una nueva vida. Ser diferentes. Ser buenos. Amarse nada más.
En 1934, a sus 42 años de edad, James Mallaham Cain (1892 - 1977) escribía su novela 'El cartero siempre llama dos veces', considerada como su mejor obra y en cierto modo renovadora del género policiaco o de la novela negra, donde se le encasillaría como autor de esta clase de literatura, a pesar de que escribió otras obras de temática diversa, como 'Perdición' (1944), 'Alma en suplicio' (1945) o 'Dos pasiones y un amor' (1956), todas ellas llevadas al cine, respectivamente, por Billy Wilder, Michael Curtiz y Anthony Mann.
Pero es ésta la que más veces tentó a los realizadores para la pantalla, ya que se trata de la cuarta versión.
Con anterioridad lo hicieron Pierre Chenal, Luchino Visconti y Tay Garnet, por ese orden.
Cuando tradicionalmente en la novela negra los móviles del crimen son la ambición o el dinero, Cain introduce como motivo el sexo, a través de un amor apasionado entre un ex-presidiario vagabundo y un mujer joven, casada con un griego mucho mayor que ella, que está recluida y aislada en un motel de carretera, en los años de la gran depresión americana.
La llegada de este nuevo elemento que completa el triángulo le unirá a la chica y ésta le llevará al crimen del marido.
La recreación de la época, la exposición de motivos de ese amor loco entre los personajes, ya estaban en la novela de Cain y se han respetado, con ligeros retoques.
Uno de los más acentuados es el final, donde difiere algo del libro, de ello se encargó el estupendo guion de David Mamet, guionista y autor teatral que después ha llegado a convertirse en un notable realizador.
Bob Rafelson, por su parte, hace con ésta la quinta película de su filmografía.
El autor de 'Mi vida es mi vida' (1970), logra escenas muy conseguidas frente a otras realmente brillantes, por lo que su labor es más que notable.
La dureza de la fotografía de Sven Nykvist contribuye a dar el clima de violencia y erotismo del film, con un trabajo que hacía mucho tiempo que no veía nada igual.
El director contiene, en la interpretación, a su socio y amigo Jack Nicholson logrando de él un buen trabajo, tan sólo comparable al de 'Chinatown' (1974).
A no menos altura está su compañera Jessica Lange, a la que hay que reconocerle el mérito de pasar de ser una simple modelo descubierta por el productor Dino de Laurentis para su 'King Kong' (1976), su primer trabajo en el cine, a interpretar el papel de la muerte vestida de novia de 'Empieza el espectáculo' (1979) y ser una notable actriz en esta cinta.
Su sola presencia comunica al espectador esa sensación de encuentro violento con Jack Nicholson, dos personas que sólo se entienden a través de las relaciones sexuales.
Son datos importantes para la comprensión de la película y de los personajes que hacen que lleguen a esas extremas consecuencias.
En definitiva una nueva versión fílmica de una obra considerada por todos como la mejor de su autor literario de la que se ha conseguido una notable película, tal vez también la más lograda de este interesante director.
Premio Bambi a Jessica Lange.
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