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CRITICA
Por: PACO CASADO
Cuando un autor tiene la categoría de un Elia Kazan, adquirida por su continuada labor a lo largo de toda su filmografía y de los temas tratados en sus obras, necesariamente, cualqueir nuevo film que éste nos presente, tiene que tener por fuerza, al menos un interés apriorístico, que después, según los casos, generalmente, se suele confirmar con un detenido estilo del film en cuestión.
Posiblemente con una sola y rápida visión de una obra como "Los visitantes" se puedan escapar muchos detalles, pero la misión del informador y el crítico, en su deber de informar y orientar lo más puntualmente posible al público que sigue sus críticas, nos llevan a darles este comentario que podríamos decir 'de urgencia'.
Esto no obstante, nos obliga a ver nuevamente el film para quizás en otra ocasión hacer un estudio más detenido y profundo de la obra.
Kazan inició hace ya algunos años un estudio de su país de promisión, América, con diversas películas anteriores. Recuerdese sin mucho esfuerzao "Río salvaje", "Esplendor en la yerba", "La ley del silencio" y más recientemente "América América" y "El compromiso" en las que parecía iniciarse una trilogía que posiblemente se venga a competar ahora con "Los visitantes".
Si en sus anteriores obras había pasado revista al problema agrario, al portuario, a la emigración, al hombre moderno americano cargado con toda clase de problemas compromisarios de hoy día, o a la juventud americana frente a sus propios problemas, estudia ahora al pueblo americano bajo el símbolo de la guerra, la violencia y las consecuencias que de ellas se derivan.
Es como una plaga o castigo del cielo a un pueblo que en su grandeza tiene que sufrir las consecuencias de una paz disfrutada bajo la guillotina de una falta de tranquilidad de conciencia.
"Los visitantes" es una obra interesante, tan madura como la propia maestría de un realizador que se puede considerar entre los más grandes del cine americano, en la que nos viene a demostrar lo que se puede hacer con una cámara en las manos aunque esta sea de pequeño formato, de 16 milímetros, como mero instrumento para contarnos una historia y a la vez hacer una dura crítica y un análisis profundo de la verdad de un pueblo como el americano.
Cinco personajes, un paraje solitario yun nexo común que les une, la violencia.
A través de ellos y sin que esta aparezca haciendo acto de presencia de una forma física y real hasta los metros finales de la cinta, se palpa no obstante desde los primeros momentos de la proyección. Porque la violencia de este film es algo impalpable, omnipresente, pero que late en el subconsciente de todos, desde los protagonistas hasta los propios espectadores contagiados o impactados por el flujo magnético y poderoso de un realizador que sabe conducir a las masas al terreno deseado y apetecido.
Esta violencia va haciendo su aparición de una forma paulatina, desde la conversación de los propios protagonistas de ir a cazar, cazadores furtivos, pasando por la caza del perro, el propio partido de rugby, hasta llegar a la referencia del acto de violación por parte de cada uno de los personajes que motivó la reclusión durante dos años de dos de ellos.
Después vendra esa violencia física en la repetición de la violación en la persona de la chica o de la tremenda paliza al protagonista.
La película, ambigua en algunos puntos, promueve a la discusión sin duda y plantea una temática ciertamente interesante, rica y variada para un coloquio de interés.
Porque cada personaje en sí está estudiado, medido, y nos da todo un mundo interior, una forma de vida y un comportamiento exterior que refleja clara y perfectamente sus pensamientos a través del diálogo y de las propias reacciones frente a los hechos.
Habría que estudiarlos uno a uno y desmenuzarlo detenidamente, pero no es este el momento oportuno.
Un guion de categoría, un colorido extraño, una fotografía de grueso grano, debido a la ampliación de 16 a 35 milímetros, una música apropiada y una dirección a la que tan solo se puede poner el pero de una cierta lentitud en el ritmo cinematográfico, quizás por exigencias del propio tema, pero que a veces pesa en el ánimo del espectador casi tanto como el apabullante problema que le hace meditar.
Desde el punto de vista moral, la violencia del film, aún con el contrapunto de la denuncia social que se hace, requiere un público de una gran formación, ya que de lo contrario se quedaría en la pura superficie de la venganza.
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