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CRITICA
Por: PACO CASADO
Annie es una mujer madura que controla, tal vez en exceso, a su familia feliz de clase media con mano firme y mucho amor, pretendiendo que la vida sea lo más perfecta posible.
Está casada con Laurent Castillon, que es médico y tiene su consulta en la propia casa, con el que vive en plena armonía.
Tienen cuatro hijos, dos jóvenes varones, César y Max, que son ya mayores, y su hija adolescente, Poupi, que le ayuda con el pequeño Antoine, de pocos años, a los que tiene muy controlados.
Todos viven en paz, pero cuando un día Annie encuentra un test de embarazo positivo olvidado en el baño, no tiene por menos que preguntarse saber a quien pertenece.
A partir de ese momento toda la tranquilidad hogareña se rompe por momentos, ya que ella no parará hasta averiguar a quien corresponde ese inesperado embarazo.
La chica de la familia lo niega, pero Annie no se da por satisfecha y trata de saber si algunas de las amigas de los chicos, que han pasado por su casa en algún momento, pueden ser las poseedoras del test, e incluso interroga a su marido si puede ser de una de las pacientes que en algún momento asistieran a la consulta y hubieran tenido la urgente necesidad de acudir al baño.
Gran parte del argumento lo constituye la cabezona investigación de Annie que incluso se empeña en hablar con las chicas amigas de sus hijos, incluso visitando su casa durante la noche, como si no pudiera esperar al día siguiente, lo que nos parece un tanto excesivo.
La prueba de embarazo es el macguffin que constituye el motivo del argumento de esta entretenida comedia francesa que origina una crisis que revoluciona a los miembros de esta acomodada familia a la que Annie quiere con locura y a la que se entrega por entero, de ahí su interés por saber todo lo que ocurre entre los miembros de la misma.
A lo largo de la investigación llegamos a conocer algunos secretos y características de varios de sus componentes e incluso reacciones que no nos acaban de encajar en algún momento de la trama, siempre mostrado todo ello en un tono festivo de principio a fin, sin eludir en ningún momento caer en el tópico.
El guion se reserva alguna trampa engañándonos en algún momento para finalmente mostrar un emotivo encuentro y también una sorpresa inesperada.
Uno de los atractivos de esta película es la estupenda interpretación de la actriz protagonista Alexandra Lamy, sobre la que recae todo el peso de la acción de esta historia ya que se lleva todo el tiempo en pantalla.
Una de sus virtudes de este film es la de no abusar de metraje y exponer toda esta historia en unos precisos 79 minutos que son suficientes para provocar alguna que otra sonrisa en el espectador, aunque tal vez no todas las que se pretendía con esta cinta familiar.
Se trata del segundo largometraje que lleva a cabo el novato Emmanuel Poulain-Arnaud realizado con el pulso suficiente para que el ritmo no decaiga.
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