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CRITICA
Por: PACO CASADO
Pronto se cumple el aniversario de los 40 años del liberal matrimonio provinciano y de derechas entre Claude y Marie Verneuil, que no les queda más remedio que resignarse con los matrimonios de sus tres hijas con hombres de diferente origen y religión.
La última esperanza está en la cuarta, su hija menor, que declara tener un prometido católico.
Reunidas todas ellas han decidido organizarles una fiesta en la gran casa familiar y para ello van a invitar a los padres de cada uno de los yernos, el africano Charles Koffi, el chino Chao Ling, el judío David Benichou y árabe Rachid Benassem a pasar con ellos unos días allí alojados.
Esto de tener tan cerca a cada uno de esos matrimonios a Claude le cae fatal y tratará de procurar que ello no se produzca.
Acaba de publicar un libro con una tirada de mil ejemplares cuya venta ha ido fatal y la mayoría de los ejemplares los tiene en casa, no obstante se empeña en escribir una nueva obra.
La llegada de cada uno de ellos ocasiona un problema distinto y para colmo terminan peleándose a la hora de alojarse en las habitaciones que les han sido asignadas, por sorteo, ante el párroco que será testigo de la renovación de los votos de casados.
Se trata del nuevo capítulo de la serie de comedias francesas que comenzaron con Dios mío, ¿pero qué te hemos hecho? (2014) que al tener éxito la primera hubo una segunda, Dios mío ¿pero qué te hemos hecho... ahora? (2019) en las que se contaban los casamientos de las hijas del matrimonio que cada una con un marido de nacionalidad, raza y credo distinto.
Ahora de lo que se cuenta en la nueva entrega 'Dios mío, ¿pero qué nos has hecho?' (2022) es de celebrar el cuarenta aniversario del matrimonio de los padres.
Todas las entregas están dirigida por Philippe de Chauveron y escritas en colaboración con Guy Laurent, como igualmente protagonizadas por Christian Clavier y Chantal Lauby como los padres, así como los distintos actores que encarnan al resto de los personajes de las varias familias, formando así una multicultural y multirracial mucho mayor para no tomársela en serio sino para reírse con ella.
La comicidad, una vez más, está originada por los distintos encuentros familiares de los que generalmente es víctima Claude, el padre, aunque en esta ocasión se han añadido algunas subtramas laterales como el enfrentamiento del judío con su vecino árabe al que le caen las manzana del árbol que linda con su jardín y le aplasta el perejil que tiene sembrado en su lado justo debajo, lo que origina toda una estrategia para evitarlo.
Por otra parte la guerra del menú, o Helmut el comprador alemán de las pinturas "obras de arte" de una de las hijas, Ségolène, en las que está tan interesado como enamorado de Marie, o la obra de teatro en el que Charles Kiffi hace de un Jesús de Nazaret africano, etc.,
Son chistes sobre el racismo, los prejuicios morales, la clase media alta, las dudas políticas, la xenofobia, la intolerancia, el veganismo, la integración, la ignominia, o situaciones como la confusión de los suegros chinos o la intervención de la banda de rock árabe, etc.
Una cosa permanece y es la caricatura que se hace de los personajes, de sus razas y credos, todo ello a base de humor, sin ofender, con algunos gags conseguidos mientras que otros resultan más flojos y eso hace que el ritmo decaiga en ocasiones.
No falta tampoco en el tramo final la reivindicación femenina con la escapada nocturna de las cinco suegras.
Todo ello sin abusar del metraje, como suele ser habitual, en el tiempo justo y suficiente, lo que se agradece.
Esta nueva entrega está en la línea de las anteriores no en vano tiene el mismo director, guionista y actores que repiten sus papeles, que hacen reír a ratos, sobre todo con los gestos de sorpresa de Christian Clavier ante las sorprendentes situaciones que se encuentra en cada momento, tan ridículas como exageradas.
No sabemos si les quedará a los guionistas cuerda para una cuarta entrega.
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