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CRITICA
Por: PACO CASADO
En la filmografía de Woody Allen hay dos clases de películas, las serias y las cómicas, pero en todas ellas siempre trata sus neuras y problemas, de los que parece que se está olvidando un poco últimamente o al menos nos los incluye todos, como hacía antes. Ahora se detiene también en la crítica de algunos defectos que ve en la sociedad americana, como ocurre en este caso con la fama, algo que es casi como el ser americano, lo que llega a ser una obsesión, o el puritanismo que guardan con respecto al sexo.
En los films de Woody Allen hay unos que están dirigidos e interpretados por él y otros en los que no aparece en la pantalla.
Esta vez ha tocado incluir éste en el segundo apartado, creando un socias suyo en el actor Kenneth Branagh, para incorporar a un escritor y periodista, que va detrás de los famosos para entrevistarlos, que le sirve de hilo conductor.
Aquí nos cuenta la vida de los miembros de un matrimonio roto tras 16 años viviendo juntos viviendo en Nueva York en el que ambos difieren drásticamente tras haberse producido el divorcio.
Lee Simon es un novelista sin mucho éxito, de cuarenta años, enamoradizo y un poco inestable, que trabaja como escritor para ganarse el pan.
Ha roto su matrimonio con Robin, profesora de inglés, y no está seguro de lo que quiere, si escribir una novela, hacer un guion para el cine o dedicarse plenamente al periodismo.
De alguna forma lo que desea es ser un escritor famoso.
Pero curiosamente no es él quien consigue la fama sino su esposa, una simple profesora que, tras conocer en la consulta del médico a un productor de televisión le da un programa matinal de gran audiencia para entrevistar a los famosos.
A lo largo de la cinta Allen no deja títere con cabeza en todo este mundillo, de la prensa, la fragilidad de la celebridad, los caprichos de los celebritys, los divorcios y alguna que otra amarga reflexión sobre el tema.
Pero esta vez comete varios errores, a nuestro entender.
Uno de ellos no asumir el papel principal, ya que por muy bien que trate de imitarlo Kenneth Branagh no es él, y hay momentos en que se le echa de menos.
Y el otro el tener un guion tan disperso que va de un lado a otro sin mucho acierto.
Eso no quita para que tenga buenos diálogos y que consiga algunos momentos, como la escena del caprichoso actor juvenil, en el primero de los apartados o la lección sexual a la protagonista en el segundo.
Muy bien como es habitual la australiana Judy Davis y Joe Mantegna, dando solidez a un reparto cuajado de estrellas en el que tienen sus buenas actuaciones Melanie Griffith o Wynona Ryder, entre otros.
Premio del círculo de críticos de cine de Santa Fe a Judy Davis como mejor actriz de reparto.
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