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CRITICA
Por: PACO CASADO
El cine de Colombia no se ve todos los días por nuestras pantallas, pero gracias al éxito conseguido por 'La estrategia del caracol' (1993), el colombiano Sergio Cabrera ha logrado estrenar el que algunos consideran su tercer largometraje, cuando en realidad no es más que el primero corregido y aumentado.
Eso fue lo que hizo a instancias de su compatriota Gabriel García Márquez quien le sugirió que en lugar de sacar del fondo del armario su primer film y reestrenarlo con mejores posibilidades que en su estreno, lo transformara en uno nuevo.
El joven cadete Oquendo es expulsado de la Academia Militar por pelearse con un compañero que le nombró a sus antepasados.
Éste regresa al pueblo e investiga quien era realmente su padre al tiempo que trata de conocer cuales fueron las causas y el final del duelo al que se enfrentó, el maestro de escuela de un pequeño pueblo de Colombia, cuando él tenía tan sólo ocho años.
Esto es prácticamente lo nuevo de esta cinta, el resto es el primer trabajo, recortado y remontado, que se llamaba 'Técnicas de duelo' (1989), en donde el maestro y el carnicero del pueblo terminaban batiéndose en un duelo o lo que es lo mismo, su padre y el presunto amante de su madre, ambos opositores al régimen imperante y por tanto amigos.
Por medio introduce algunos flash backs de regreso al pasado o el hallazgo y lectura de documentos que le ayudan en la investigación.
La película nos parece un poco tramposa, ya que no hace más que repetir casi la totalidad de la primera, que tuvimos ocasión de ver íntegramente en su momento en el Festival de cine iberoamericano de Huelva.
La verdad es que 'Técnicas de duelo' (1989) no estaba mal, pero aquí la enmaraña con tanto salto atrás.
Aquel era un film sencillo, un alegato contra la inutilidad del uso de la violencia para resolver los problemas, visto a través de un relato y unos personajes cómicos y esperpénticos, lo que nos recuerda bastante al cine mexicano de Luis Buñuel con Luis Alcoriza, con algunas muestras de ingenio y resultando una cinta simpática en sus intenciones, a pesar de ser muy didáctica, como suele ser el cine de Sergio Cabrera, cosa comprensible por otra parte, en una cinematografía tan primitiva como la colombiana.
Al transformarse en esta nueva versión se desprende de ella esa otra intención que figura en su afiche: "La verdad nos hace libres. Pero al buscarla somos sus esclavos."
Esta producción nos llega cargada de premios. Mejor película latinoamericana (Festival Sundance 95). Premio Unesco (Venecia 94). Colón de Oro (Huelva 94). Premio del público (Biarritz 94).
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