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CRITICA
Por: PACO CASADO
Tras participar en la Seminci de Valladolid, en el Festival de Orense, en el de MotelX, en el de cine de terror de Lisboa y en la 60 edición del Festival de cine de Gijón, llega a las carteleras españolas 'Cuerpo abierto' (2022), dirigida por la gijonesa Ángeles Huerta, que es el primer largometraje de ficción de esta realizadora.
La acción se desarrolla en 1909 cuando Miguel, un maestro novato, es destinado por primera vez a un inhóspito pueblo de montaña de Orense, Lobosandaus, situado en la Sierra de Surés en la frontera entre España y Portugal, una aldea donde sobreviven las tradiciones ancestrales.
Al llegar el cura del lugar le desea suerte en su labor en la única escuela que hay, con una sola aula.
Pronto podrá descubrir cómo la vida y la muerte conviven con naturalidad en ese abrupto poblado, siempre rodeado de misterio.
Él es un hombre pasional y conforme transcurre el tiempo y llega el invierno el entorno se vuelve cada vez más oscuro y siniestro al tiempo que siente una cierta fascinación por una mujer, Dorinda, quien tuvo una aventura con Mauro, que es encontrado muerto colgado de un cerezo en flor.
Miguel empieza a sospechar que su alma aún vaga por el pueblo, aunque resulta escéptico ante esas creencias sobrenaturales de los lugareños.
Ya dos siglos antes se trató de desterrar esas supersticiones y creencias que aún existían en algunos puntos de la España profunda y hasta fueron perseguidas durante dictadura del general Franco.
Por su parte la guardia civil detiene a un sospechoso de esa muerte, pero acto seguido lo dejan en libertad sin cargos.
La película tiene algunas escenas cotidianas de tradiciones ancestrales como es el caso de la matanza del cerdo y la celebración de la fiesta anual del pueblo.
Las líneas que separan los vivos de los muertos son algunos de los ejes de este film en el que los habitantes piensan que los muertos permanecen en espíritu entre ellos encarnados en otras personas.
Últimamente se ha fomentado mucho la producción de cintas en las autonomías, a veces para promocionar el idioma autóctono, otras el turismo y muchas de ellas con dinero de los gobiernos de la región.
En este caso el guion de Daniel D. García y Ángeles Huertas se basa en uno de los relatos escritos por el autor gallego Xosé Luis Méndez Ferrín, uno de los más importantes de la literatura contemporánea de esa región, extraído de su libro Arraianos, cuya acción nos lleva al siglo XX, al imaginado pueblo de Lobosandaus.
La realización, que resulta algo descompensada, está en manos de una mujer, la cineasta Ángeles Huerta, que tras dirigir un corto debutó en el largometraje con el documental 'Esquece Monelos' (2017), siendo Cuerpo abierto (2022) el segundo que lleva a cabo, protagonizado por actores gallegos y portugueses como Tamar Novas en el papel de Miguel y María Vázquez como Obdulia mientras que la portuguesa Victória Guerra hace de Dorinda.
Destaca la cuidada fotografía y la ambientación con sus costumbre rurales, en contraste con las constante repeticiones de escenas en una narración que se hace cansina, que no nos lleva a ninguna parte.
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