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CRITICA
Por: PACO CASADO
Oportuno el estreno de esta película que viene a ser como un homenaje póstumo a un director como George Cukor, fallecido hace unos días (24-1-1983) a los 83 años de edad.
El hecho de su muerte no quita para que sigamos admirando su talento y la vitalidad de un hombre que a los ochenta años es capaz de ofrecernos un film tan lleno de vida como este en el que nos presenta el relato del de una bella y extraordinaria amistad entre dos mujeres, amigas desde la temprana edad colegial de la infancia en la que nace su amistad y posterior enfrentamiento entre ellas, hasta el encuentro en una profesión común como es la de novelista.
Liz Hamilton es la mujer solitaria e independiente que encuentra en sus novelas todo lo que quizás ella no tiene en la vida y que ha de buscar la compañía temporal de aquellos jóvenes que les ofrecen su amor.
La otra es Merry Noel, que se casa, pero no por ello se siente menos sola, teniendo que buscar al final la compañía y el contacto humano de su buena amiga, al no haber encontrado en sus novelas más que una apoyatura para subir y alcanzar la altura y la fama de su amada compañera.
En el relato de esta extraordinaria y bonita amistad, encuentra George Cukor, una vez más, el campo abonado para hacer una comedia de lujo, en la que expone dos perfiles y dos caracteres femeninos perfectamente delimitados y descritos, luciendo sus famosas habilidades que le hicieron ser un notable director de actrices.
Una cinta con un buen estudio de caracteres y ambientación, que es una lujosa y modernizada versión de una comedia teatral de John Van Druten, que ya hizo Vincent Sherman en cine en 1943 con el título de Vieja amistad (Old acquaintance) con dos grandes actrices, Bette Davis y Miriam Hopkins.
En esta ocasión estos dos personajes femeninos están encarnados por la elegancia de estas dos notables mujeres, Jacqueline Bisset y Candice Bergen, en las que encontró el famoso maestro materia dúctil para encarnar a esos dos personajes, que no sólo saben dar perfectamente sus respectivos personajes, sino que también aportan su belleza y encanto a la comedia, adornada por la estupenda partitura escrita por Georges Delerue.
El viejo George Cukor a pesar de sus años, estaba al día en lo que a cine moderno se refiere, salvando perfectamente el posible tufillo teatral de esta pieza escénica.
Ellas descontentas con Robert Mulligan que comenzó a dirigir la película, lo despidieron y lo sustituyeron por el octogenario George Cukor que demostró, una vez más, su grandísima sensibilidad para manejar a las actrices, en ésta que sería su última obra de su larga carrera cinematográfica.
Una vitalista comedia de lujo, con caracteres femeninos muy bien descritos desde el guion por Gerald Ayres, que es una pura delicia visual para el espectador.
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