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CRITICA
Por: PACO CASADO
Sigue la moda de las películas disco, con música del momento, con parejas juveniles, con locos por la música o por el baile, con reflejos de determinados problemas de la juventud y todas las características propias de los musicales de hoy en día.
En esta ocasión el tema que se envuelve en música y canciones es el de un chico que llega con su madre a una población norteamericana, en la que está prohibido el alcohol, las drogas y sobre todo, cosa curiosa, la música juvenil y el baile.
Todo ello viene motivado por que unos años atrás había ocurrido un accidente debido a estas causas y uno de los muertos fue el hijo del predicador, un hombre recto que, a partir del incidente, quiso convertirse en padre y salvador del pueblo.
La lucha del recién llegado ha de ser en ese sentido. La hija del predicador se enamora del chico, lo que viene a complicar el problema.
El largometraje, con esas problemáticas juveniles, en este caso tan particular, posee algunos momentos de interéx y el contraste de determinadas escenas más serenas, con el frenético ritmo de otras más alocadas, todo ello con el fondo de un buen puñado de canciones interpretadas por conocidos cantantes americanos.
Herbert Ross no podemos decir que sea nuevo en el campo del cine musical, pero no es este tipo de films el que más le va a su manera de hacer, mostrando más oficio en las escenas dramáticas que en las meramente juveniles.
Los novatos actores se itnerpreten más a sí mismos identificándose con el problema que viven y haciendo partícipe al público joven que suele acudir a esta clase de cine.
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