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CRITICA
Por: PACO CASADO
El cine francés es uno de los pocos que no hace cine de superhéros y de vez en cuando nos cuenta historias lo más parecidas a lo que sucede en la vida real con las relaciones amorosas en sus múltiples situaciones.
La que se nos cuenta en esta ocasión es la de Charlotte, una madre divorciada con una hija y Simon, un hombre casado y con hijos, ginecólogo de profesión, que una noche en una discoteca inician una aventura con el entendimiento de que su relación es puramente sexual y así lo aceptan los dos en principio.
Aunque están de acuerdo en que esa relación no tiene futuro, se sienten cada vez más atraídos por la compañía uno del otro, ya que se ven cada vez con una mayor frecuencia.
Esos encuentros está precedidos con la pantalla en negro con la fecha día de la semana y número del mes, lo que se hace demasiado reiterativo.
Todo marcha bien hasta la llegada casual de un tercer personaje.
Afortunadamente los encuentros no siempre suceden en el mismo lugar y en este sentido resultan más entretenidos al cambiar de lugar o de paisaje en cada ocasión.
La interpretación se reduce en más de un tercio de la trama a la pareja que forman Sandrine Kiberlain y el soso Vincent Macaigne.
El guion, que llevan a cabo Pierre Giraud y el propio director Emmanuelle Mouret, no tiene mucho de original, ni de imaginación, se compone de un constante hablar, un puro diálogo entre los dos protagonistas principales que llega un momento en que se hace monótono, ya que prácticamente se limita a la relación de la pareja sin que se muestren apenas escenas de cama que pudieran aportar un poco de interés sexual y las que hay son de lo más recatadas y puristas posibles.
Los pocos otros personajes secundarios tienen apariciones apenas fugaces en su mayoría.
A lo largo de la narración se toca el tema del adulterio, la maternidad sin pasar por el altar, la tolerancia, la relación homosexual, entre otras cuestiones.
En cuanto a la interpretación por parte de Sandrine Kiberlain y Vincent Macaigne no tienen mucho que expresar.
Casi otro tanto tendríamos que decir en cuanto a la dirección de Emmanuel Mouret, el realizador de Las cosas que decimos, las cosas que hacemos (2020), que no debe haber sido mucho el trabajo con casi prácticamente dos personajes en escena constantemente.
Premio de la crítica en el Festival Colcoa French.
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