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CRITICA
Por: PACO CASADO
Sin duda el thriller más o menos modernizado es lo que sigue imponiéndose en estos momentos en el cine actual ya que goza de las preferencias del público como en su día el western.
Las fórmulas manejadas son múltiples y variadas, y hay para todos los gustos.
Varias bandas mafiosas de diferentes nacionalidades se alían para sacar del país y blanquear una enorme cantidad de millones de dólares.
Así un Thomas Livingston está tratando de fusionar a los gángsteres rusos, chinos e italianos en un único grupo con enormes cantidadas de dinero y poder.
En esta ocasión son Diane Norwood, una guapa agente del FBI, que lleva seis meses persiguiendo al líder de la mafia rusa, y Max Perish un ex-miembro de la DEA, los que se pelean por localizar el paradero del botín y resolver el mismo caso, detrás del cual andan los dos, ya que se trata de una red mafiosa internacional de miles de millones de dólares.
Por su parte Garret Lawton, un maduro asesino profesional, aburrido de la rutina de su oficio, se une a ellos en su afán de poder divertirse un poco.
¿En qué se diferencia de otras películas al uso?.
Prácticamente en nada, pero tiene la "originalidad" de que al surgir la rivalidad entre ambos agentes defensores de la ley, las faenas que se hacen mutuamente los dos le dan un tono de comedia que lo hace mucho más llevadero.
Por otro lado la ambigüedad de la pareja protagonista así como la del terrorista, encarnado por Donald Sutherland, que pasa de ser terrible a convertirse en divertido.
El final queda a criterio del espectador, un tanto en el aire, como algunos puntos a lo largo de la trama.
Destaca la belleza de Tia Carrere, el histrionismo de Thomas Ian Griffith y de Donald Sutherland.
Los demás se lo toman más en serio.
La veteranía de Sidney J. Furie saca adelante con discreción su labor de puesta en escena.
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