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CRITICA
Por: PACO CASADO
Un coche fúnebre circula por las calles de la peligrosa y conservadora ciudad de Medellín mientras un joven director cuenta la historia de su pasado en esta población violenta y conservadora, mientras recuerda la preproducción de su primera película de serie B que no se llegó a realizar.
Buena parte del metraje de este documental lo constituye el amplio casting de jóvenes transexuales que se hizo con aquellos chicos homosexuales a los que se les interrogaba para ver sus reacciones ante un test previo que opinan con sinceridad sobre su dura realidad social.
La lista de los mismos figura en la ficha técnica de este film, siendo elegido Camilo Najar, de 21 años, que murió de muerte violenta aunque otros dicen que fue de una sobredosis de heroína, y del que se nos muestra la tumba que alguien visita poniéndole flores.
Al término de la narración, en los créditos finales se nos muestra una lista de seis nombres de jóvenes que oscilan todos en los veinte años, edad en que fallecieron cada uno de ellos.
La voz en off es la del propio director que cuenta algunas experiencias de su juventud, de cómo a los 14 años ya fumaba marihuana o cómo amaba el cine desde que era muy joven, donde se podía evadir de la realidad que se vivía en las calles de Medellín y otras ciudades.
Habla también en otros momentos de la política llevada a cabo en el país, de la represión, del cartel de drogas de Pablo Escobar, de la discriminación social, de la violencia, de la delincuencia existente en las calles, de la gran cantidad de personas desaparecidas y de muertas habida por los enfrentamientos en manifestaciones con la policía, los paramilitares, las drogas o bien ocasionados por las maras o bandas callejeras en una gran abundancia de tiroteos debido a los elementos de las mafias imperantes en el país.
El metraje está además inundado de escenas tomadas en discotecas de elementos gay o disfrutando de fiestas incluida alguna felación, en un montaje excesivamente en corto a base de flashs. Hay algunas imágenes no muy buenas extraídas de noticiarios o medios de comunicación.
La cinta está mal de sonido en general, la voz del narrador habla casi en susurro con una cierta melancolía y apenas se le oye bien y en cuanto a las entrevistas de los castings ocurre otro tanto, hasta el punto de que algunas de las declaraciones o de las preguntas que hace el entrevistador están subtituladas porque no se entiende bien lo que dicen.
El guion es una ampliación de un corto rodado por Montoya en 2016 y un casting para una película que no se llegó a hacer sobre la dificultad de ser gay en Medellín.
El director se declara admirador del cine realizado por Victor Gaviria, de quien recordarán 'La vendedora de rosas' (1998), que es quien conduce el coche fúnebre y Theo Montoya es el muerto que figura en el ataúd.
Un film realizado con más buena voluntad que interés causan sus imágenes, posiblemente filmada con pocos medios para esta su ópera prima cuyo título Anhell69 es el seudónimo que utilizaba en las redes sociales uno de los mejores amigos del director, que es una mezcla de las palabras en inglés de ángel e infierno, a quien va dedicada esta cinta como también los otros que figuran en los créditos finales pertenecientes a la comunidad queer.
Premio Verona film Club, Mario Serandrei y Gran premio Semana Internacional de la crítica, Mención especial del jurado en la Mostra de cine de Venecia. Premio Golden Dove en el Festival de Leipzig. Mención de honor y Premio FISAL en Mar del Plata. Premio Fipresci en Gijón. Mejor película en el Festival de Bilbao. Mención especial en el F. de Montreal.
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