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CRITICA
Por: PACO CASADO
El retrato de una familia marroquí destrozada por la guerra.
Está compuesta por Leila Wasaki, la madre, Kamal, el hijo mayor y Nassim el hijo pequeño que tiene doce años, y viven en Bélgica.
Un día a Kamal lo detiene la policía y su madre lo echa de casa y éste se alista como voluntario en el ejército para luchar por el Estado Islámico en la guerra de Siria, para ayudar en la tarea humanitaria, le dan una cámara para que vaya grabando cuanto suceda de positivo para después usarlo como propaganda para el alistamiento.
A Kamal en el ejército le llaman el Belgiki, por ser de esa nacionalidad y se ha comprado una moto vieja que la lleva a arreglar.
Entre tanto le regalan una esposa, Noor, y le dan una habitación en una gran casa de lujo que quitaron a sus dueños, pero ni la toca, él duerme en el suelo y ella en la cama.
Les está prohibido fumar y a los que pillan les rompen los dedos de las manos.
A Noor, que es médico, la raptaron y mataron a su familia y la destinan a trabajar en el hospital y Kamal le enseña a conducir la moto ya restaurada.
En una de las escaramuzas, los soldados matan al dueño de una tienda por poner música occidental y lo destrozan todo.
Entre tanto Nassim se pelea en el colegio porque llaman a su hermano cobarde terrorista y le comen el coco los reclutadores de jóvenes cachorros de la yihad para que se aliste también en el ejército como el héroe de su hermano, al que admira.
Le ponen a Kamal por sky para que hable con él y finalmente logran que se aliste, cae herido y Leila va a Siria por él.
Kamal huye con Noor en la moto y mientras ella escapa a él lo apresan y lo torturan y martirizan de forma brutal sin piedad.
Estas son algunas de las cosas que suceden en esta interesante historia de esta familia destrozada y de las campañas de alistamiento que llevan a cabo para captar a jóvenes para luchar por la causa islamista.
Ciertamente estamos ante una película sobre la guerra en Medio Oriente y el terrorismo, con una perspectiva diferente, con un drama familiar por medio, con imágenes de una gran dureza, pero distinta, de la que se desprende autenticidad.
Es la primera muestra del cine que hacen estos dos directores, Adil El Arbi y Bilall Fallah, que se ve en España y ciertamente llevan la trama a buen ritmo, los actores están muy bien incluido el pequeño de 12 años, Amir El Arbi, a pesar de que son actores sin gran experiencia.
Tiene interesantes movimientos de cámara y un montaje fluido lo que hace que no canse a pesar de las dos horas y cuarto de su duración.
La película está salpicada de varias canciones e incluso sirven como fondo de algún pretendido ballet o número musical.
Premio Magritte a la mejor música. Premio mejor film en el festival Sant Jordi. Premio del jurado al mejor film en el Festival de Filadelfia.
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