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CRITICA
Por: PACO CASADO
Tras presentarse en la Sección KPlus en el Festival de cine de Berlín, optando al Oso de cristal, nos llega ahora esta producción noruega de animación, 'Una familia de superhéroes' (2022) dirigida por Rasmus A. Silvertsen.
Entre tanto se ha llevado el premio del público en el Festival de cine infantil de Noruega.
No es necesario ser un superhéroe para ser súper.
Hedvig, una niña de once años, su padre, Leif, con el disfraz de superhéroe, es el Superleón que lo resuelve todo en el pueblo.
Hedvig, que vive sola con él, tras la muerte de su madre, como jugadora es bastante torpe, perezosa, no está muy en forma, y le interesan más los videojuegos, con los que juega con su amigo Thomas, que ser una heroína.
A poco de comenzar esta historia el padre salva a un bebé que rueda por unas escaleras en su cochecito, escena que recuerda a la de 'El acorazado Potemkin' (1925), que también se homenajeó en 'Los intocables de Elliot Ness' (1987).
En el colegio la profesora organiza un concurso de talentos y su primo Adrian, que es el cerebrito de la clase, opta a ser el ganador.
El director noruego Rasmus A. Sivertsen experto en cine de animación infantil, que ha dirigido más de una docena de películas y serie de tv. que ha presentado en festivales como Berlín, Annecy, Giffoni o Shanghai, nos ofrece con 'Una familia de superhéroes' (2022) su primera obra original, con una historia actual que interesa a toda clase de espectadores, tanto a adultos como a los pequeños, debido a las enseñanzas que ofrece.
El film pone sobre la mesa debates como el nivel de exigencia de los padres hacia sus hijos o la calidad de las actividades a las que estos se dedican en su tiempo libre.
Resulta muy duro para una niña de once años asumir ciertas responsabilidades, algo que ya de por sí lo es para los adultos, siendo así todo un reto para ella.
A la pequeña Hedvig le toca relevar a su padre, algo que ha venido sucediendo en la familia con todos sus antepasados, de ser en este caso la superheroína del pueblo, la que resuelve todos los problemas que se suscitan.
Se da la circunstancia de que al poner una lavadora con la ropa sucia, sin darse cuenta, Hedvig introduce el disfraz del padre de Superleón, con el que enmascara su personalidad y resuelve todas la papeletas que se originan, ocasionando que este encoge tanto que le está bien a ella, pero aún no está lo suficientemente entrenada para asumir esta misión.
Pero cuando su padre elige a su primo Adrián von Hansen, un niño presumido y repelente, para que sea el siguiente Superleón, Hedvig necesita reaccionar ante ello, por lo que recurre a su abuela para que le aconseje y le ayude aportándole esperanza.
El traje aumenta las virtudes de la persona que se lo pone, pero también aviva sus defectos, haciéndola más fuerte, ágil y sabia, al tiempo que le avisa de lo que va a pasar y la solución a aplicar al problema.
En la realización se mezcla la animación por ordenador con algunas escenas de simples dibujos del comic cuando se trata de los flash backs.
El diseño del rostro de Hedvig conquista al espectador por su alegría y gracejo.
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