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CRITICA
Por: PACO CASADO
Una joven bailarina que ensaya con otras compañeras para poder obtener un puesto en la Compañía Nacional de Danza, trabaja por las mañanas como camarera en un hotel arreglando habitaciones, con una compañera Sonia, con la que se lleva muy bien y acude por las noches a apostar en peleas clandestinas de carneros que se llevan a cabo en un barrio de mala reputación, con la sana intención de poder comprarle un coche a su madre, Sabrina, con la que vive y se lleva muy bien.
Para ello apuesta fuertes cantidades y va teniendo suerte.
Pero una noche tras ser agredida y golpeada violentamente en una calle a oscura por un apostador, un antiguo terrorista indultado y puesto en libertad, que dice que no ha ganado legalmente su dinero, es violentamente asaltada y resulta herida y lesionada en un tobillo y un golpe en la cabeza que le produce un trauma postraumático que le deja sin habla.
Ello le deja sin poder hablar ni bailar y mientras, se entrega durante unos días a su recuperación.
Estando en rehabilitación conoce a otras mujeres a las que decide ayudarlas, ya que también quieren aprender a bailar.
Su compañera de hotel, Sonia, sueña con poder coger algún día una lancha rápida y acabar en Alicante, marchándose así de su país de manera clandestina.
Houria es el nombre de la protagonista de esta historia, que significa libertad en árabe, una joven moderna, apasionada por el ballet, que como hemos apuntado sufre ese tremendo trauma y se dedica a ayudar a mujeres que han vivido situaciones similares con lo que encuentra poder seguir de alguna manera su pasión por ese arte de la danza.
Estamos ante una película muy de mujeres en la que abundan las protagonistas femeninas mientras que los hombres quedan al fondo de esta historia muy optimista en la que no se pierde nunca la esperanza en el futuro y el deseo de libertad.
Este es el segundo largometraje que dirige la realizadora franco-argelina Mounia Meddour que debutó con su ópera prima 'Papicha, sueños de libertad' (2019) que también estaba protagonizada por la joven y guapa actriz Lyna Khoudri, por la que ganó el César, cuya presencia supone un atractivo añadido a esta producción.
Algunos han querido ver en la rehabilitación de la protagonista también la lenta recuperación del país argelino.
Se trata de un film sobre una historia de recuperación y de superación femenina, con el fondo del terrorismo y el machismo habitual en la sociedad argelina, el drama de la emigración y la inacción de la autoridades en torno a esos temas.
La directora franco-argelina Mounia Meddour vuelve a tratar el tema de la mujer argelina en sus sueños de libertad y los problemas para salir delante.
En su banda sonora se incluyen algunas canciones italianas como Felicitá, de Albano y Gloria, de Umberto Tozzi.
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