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CRITICA
Por: PACO CASADO
El género de terror ya no es lo que era hace unos años, aunque aún se siguen producciones de estos temas que asutan a los espectadores, aunque en esta ocasión a penas si lo que hay es algún sobresalto debido a golpes o subida violenta de la música y un cierto supense.
Esta es la vida de Julie Rivers una mujer que ha estado bastante tiempo intentando formar una familia y por fin ha logrado quedarse embarazada.
Daniel, su esposo está tomando posesión de su cátedra en la Universidad, mientras Julie supervisa la reforma de la histórica casa junto al lago recién comprada a la que acaban de mudarse.
Tras una noche de celebración Julie acaba en urgencias.
Llegado al último peridodo del embarazo los médicos debido al mal estado en que se encuentra la gestación, que puede hacer que se produzca la pérdida del bebé, le recomiendan que permanezca en reposo absoluto los dos últimos meses, y tan sólo les permiten levantarse para el aseo y poco más.
Su marido supervisa entre tanto las reformas de la casa a la que le que no le permiten visitar a partir de ese momento, como ella desea, debido a su estado de absoluto reposo.
En esos días de serenidad y quietud, hace que pierda el sueño y que comience a preguntarse si su casa está encantada o todo lo que está sucediendo a su alrededor está en su cabeza, siendo imaginaciones suyas o está sufriendo aluciantes pesadillas.
Este aislamiento permanente hace que sienta clautrofobia y un sentido alterado de la realidad.
La directora norteamericana Lori Evans Taylor, neoyorkina por más señas, es la encargada de contarnos esta angustiosa historia, más que terrorífica, porque escenas de esa clase genera pocas.
No suele ser muy frecuente que sean mujeres las que se encarguen de dirigir producciones de esta clase, aunque en este caso, según confesión de la propia realizadora, algo hay en ella de una propia experiencia vivida tras sufrir una trágica pérdida.
La acción se hace un pco repetitiva y aunque en este caso se atiene a una duración no excesiva, con tan sólo hora y media, la historia no logra interesar en exceso al espectador y por otra parte la realización tampoco contribuye mucho a ello.
La mayor parte del protagnismo recae en la actriz mexicana Melissa Barrera que encarna a la protagonista, Julie Rivers, a la que tampoco se le permite mucha movilidad dentro de la escena, lo que hace que apenas tenga momentos de mucho lucimiento en cuanto a su interpretación.
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