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CRITICA
Por: PACO CASADO
Fue un accidente, pero Amparo, una joven modelo, ha muerto y Carlos, el hombre que la acompañaba, que es ingeniero, ha huido sin atreverse a hablar con la policía.
Pedro, un pobre fotógrafo con antecedentes, que militó en el bando republicano, enamorado de Amparo, con la que esperaba tener una oportunidad, al llevarse mal con su esposa, estaba muy cerca y sabe lo que ha sucedido, pero es convertido en el principal sospechoso y puede ser acusado de un asesinato que no ha existido.
Solamente Carlos puede ayudarle, pero vería comprometida su carrera.
Alfonso Sastre es nuestro mejor dramaturgo actual, pero sin embargo, y pese a sus reiteradas incursiones, aún no ha triunfado en el cine.
Las causas son que, primero el guionista en el cine sólo da la base, pero el que realiza la obra definitivamente es el director.
Segundo, que mientras que el teatro es puro diálogo, el cine es acción, y Alfonso Sastre, que domina lo primero, parece encontrarse falto de imaginación para lo segundo.
En 'La noche y el alba' (1958) Alfonso Sastre ha pretendido plantear una tesis interesante: la del egoísmo de nuestras clases elevadas.
Coincide así con Juan Antonio Bardem, pero nada más que en eso; después...
'La noche y el alba' (1958) quiere traernos un mensaje, pero cuál...
Las intenciones son muy difusas, sus ideas se encuentran desperdigadas por el guion en pequeños alardes que demuestran su clase, pero nada más, ya que no ha sabido construir una obra unitaria o no ha querido.
Los pequeños detalles hacen pensar al espectador, lo agrandan, pero el resto del guion es cansino, teatral en algunos momentos, ilógico a veces, absurdo y falso en otras, mientras que el resto es malo.
Si Alfonso Sastre ha fallado en la tesis, en el mensaje, ha triunfado en los personajes, bien delineados, sobre todo los masculinos y con la única excepción de Marta, algo floja, quizás por la mala interpretación de Zully Moreno.
De algo tenía que servirle a Sastre su calidad de dramaturgo a este respecto.
José María Forqué es un gran director; no es un genio, pero tampoco un inconsciente de los muchos que pululan por nuestro cine.
Aquí se nos muestra como es, inferior a alguna creación suya anterior, pero pasable.
Si le falla el ritmo, la culpa es del guion.
Encuadra bien y realiza con acierto.
La fotografía de Cecilio Paniagua es algo oscura, pero quizás se deba a la proyección y no a la iluminación.
En la interpretación nos encontramos con un elenco internacional en las cuatro primeras figuras.
De ellas la argentina Zully Moreno está mal y su voz es desagradable; la mejicana Rosita Arenas no justifica su importación, pero cumple.
De ellos Antonio Vilar está sobrio y ajustado a su personaje y Francisco Rabal mejor que en otras ocasiones, bien en su difícil cometido.
Los secundarios están todos acertados, destacando Manuel Alexandre, magníficamente caracterizado en su breve roll..
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