|
CRITICA
Por: PACO CASADO
Mike Judge es uno de esos elementos cinematográficos que es capaz de lo mejor y de lo peor.
Su entrada en el cine fue espectacular haciendo él solo el trabajo de todo un equipo.
Eso le dio la oportunidad de hacer una serie de dibujos animados y un primer largometraje de esta clase sobre los mismos.
Ahora pasa a los personajes reales extrayendo algunos de ellos de esos cortos anteriores para hacer una sátira sobre el mundo del trabajo que estresa a las personas a base de hacer horas extraordinarias que no se pagan, aguantar a jefes insolentes y estúpidos, que tratan de seguir escalando puestos o colocándose medallas.
En ese ambiente está inmerso el protagonista hasta que tras una sesión de hipnosis decide convertirse en un pasota y dejar la empresa, aunque antes quiera vengarse, junto con algunos compañeros, robando algunos centavos que se pueden convertir en millones.
Lo que en una primera parte es observación de este mundillo tan peculiar, en la segunda se pierde en otras historias colaterales, poco originales, como la amorosa con una camarera y la antes apuntada del robo, que nos suena a conocida.
Esto hace que el guión esté desequilibrado y que la mala uva del comienzo se convierta en memez en la continuación, confiando en unos gags que no llegan a ser todo lo eficaces que se preveían en un principio.
Comedia irregular sobre el mundo del trabajo y la esclavitud del mismo que hubiera podido ser una interesante película pero que a duras penas entretiene.
MÁS INFORMACIÓN DE INTERÉS
CÓMO SE HIZO
VIDEO ENTREVISTAS
AUDIOS
PREMIERE