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CRITICA
Por: PACO CASADO
Los directores cinematográficos cuando realizan su ópera prima suelen hacer obras personales introduciendo datos autobiográficos y esto es lo que hizo Terence Davies con 'Voces distantes' (1988), con la que consiguió la Espiga de oro en la Semana de cine de Valladolid a la película y la fotografía, el Fipresci en el Festival de cine de Cannes y el Leopardo de oro en el Festival de cine de Locarno, entre otros.
Pero además de estos premios, el mejor trofeo es el de la originalidad y la emotividad que nos ofrece la película, con una realización interesante, teniendo en cuenta que es un director debutante.
Se nos cuenta que Eileen, en el mismo día de su boda, e impulsada por los recuerdos personales de su infancia, le confiesa a su madre que le hubiese gustado ver a su padre en la ceremonia, a pesar de la mala influencia que sobre ella y sus hemrnos había ejercido.
Esta es una buena representación del cine británico atual.
Terence Davies es el diector más prometedor de las Islas británicas en estos momentos, que tras hacer tres pequeños films en 16 mm. 'Children' (1976), 'Madonna y el niño' (1980) y 'Muerte y transfiguración' (1983) completan una trilogía basada en sus propias experiencias.
Hace aquí una cinta original y muy personal, hasta el punto de estar basada en buena parte en sus vivencias y de su familia, de clase trabajadora, sobre la cual gira, de forma desordenada, lo que nos narra en esta historia, al tiempo que nos refleja, a través de un mosaico, la Inglaterra de esos años, sin dejar de lado el entorno social, con más de cuarenta canciones y un complejo montaje pleno de virtuosismo.
Toma como base sus álbumes de fotografías y de canciones de la época, sirviéndose de éstas últimas como hilo conductor de un relato algo inconexo, confiado a los flash backs, con el desorden con que fluyen a la memoria los acontecimientos familiares, como bautizos, muertes, bodas, etc., adornados con las melodías que interpretan los propios intérpretes.
Dividida en dos parte, la primera Voces lejanas se centra en el papel del padre de la famuilia, mientras que la segunda, Still Lives, lo hace fijada en la actuación de los hijos.
Esta falta de argumento hace que la cinta resulte un tanto árida y que le cueste al espectador entrar en la época en que se sitúa la acción, los años cuarenta y cincuenta, con algunos recuerdos también de la Segunda Guerra Mundial.
El centro y eje es una familia de clase humilde de Liverpool, con decorados que suelen ser feos e inhóspitos, fotografiados con colores fríos, buscando una mayor autenticidad en la evocación de esos años, pero sin caer en la nostalgia, con la única concesión al film Cantando bajo la lluvia (1952) que fue el título que le descubrió el cine a este director.
Además de los premios mencionados obtuvo el Evening Standard del cine británico al mejor logro técnico artístico. Premio de los críticos de Londres al mejor film y director. Premio a mejor película extranjera de los criticos de Los Angeles. Premio de la crítica internacional en Toronto. Mejor largometraje extranjero en los premios Amanda de Noruega. Gran premio de la UCC.
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