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CRITICA
Por: PACO CASADO
Transcurre esta historia real en la década de 1920 cuando se descubre petróleo en Oklahoma, bajo las tierras de la nación de los indios Osage, y sus pobladores son vilmente asesinados, uno a uno, debido a la codicia y unos hombres corruptos en misteriosas circunstancias hasta que el FBI interviene para resolver los crímenes, lo que involucra al director J. Edgar Hoover del estamento policiaco.
A Fairfax llega el joven Ernest Burkhart, tras luchar en Europa en la Primera Guerra Mundial, a la casa de su tío, William "Rey" Hale, que oficialmente es el ayudante del sheriff, con el que vive su hermano, que le acoge y le da trabajo.
El argumento está basado en el bestseller del periodista de investigación del The New Yorker David Grann, 'Los asesinos de la luna de las flores', que es la traducción del título original también de esta película.
La trama está ambientada en Oklahoma, al comienzo de los años veinte, que cuenta los asesinatos de varios miembros indígenas de la tribu Osage que se hicieron ricos de la noche a la mañana cuando su tierra les regaló el petróleo emanado de sus entrañas, convirtiéndose en uno de los pueblos más ricos del mundo.
Estos crímenes fueron conocidos como el reinado del terror.
El guion ha sido escrito por Eric Roth junto con Martin Scorsese, quien se enamoró del libro desde el mismo momento de leerlo y pidió a la Nación Osage que le ayudaran a ponerlo en imágenes.
Aquí se cuenta con una gran profusión de detalle los crímenes que se cometieron con aquellas personas pertenecientes a la nación Osage que entorpecían el camino de conquista ideado por Bill Hale, siempre a la sombra de otros y nunca apareciendo como responsable de los mismos y manejando los hilos de aquellos que usaba como marionetas, que algún motivo tenían para estarles agradecidos, sin estar a sus órdenes, gente pobre o con pocos recursos económicos que se prestaban a ello para poder vivir.
Uno de los que también estaba manipulado es su sobrino Ernest al que hace que conquiste a la joven Mollie Kyle, y se case con ella, perteneciente a una familia poseedora de tierras en las que abunda el petróleo y por tanto la riqueza.
La madre, Lizzie, aún vive, pero es una mujer enfermiza y sus tres hermanas, Anna es una borracha, Minnie muere de una enfermedad y Rita cuando explota su casa que sucesivamente irán muriendo hasta quedar Mollie cómo única heredera y haciendo que le nombre a Ernest como el heredero de todos su bienes.
Pero será ella quien trunque los planes de Bill Halle al denunciar los crímenes que se vienen cometiendo y el Gobierno Federal se encargará de la investigación y del castigo de los principales culpables.
A lo largo de la trama se insertan reportajes en blanco y negro y en formato reducido que recogen algunos hechos como si fueran documentos históricos.
Martin Scorsese a sus 80 años, nos cuenta esta historia con toda profusión de detalles, lo que origina que se haga demasiado larga en su metraje, no obstante se lleva bien a pesar de las tres horas veintiséis minutos de duración, aunque posiblemente también se hubiera podido contar en menos tiempo.
La cabecera de cartel está constituida por un trío fenomenal de actores que hacen una excelente interpretación, en el que si bueno es el trabajo del veterano Robert de Niro, no menos lo son los de Leonardo di Caprio y de la actriz indígena Lily Gladstone en el dramático personaje de Mollie Kyle.
A destacar la forma inteligente de contar con la forma de una emisión radiofónica sobre crímenes reales lo que serían los rótulos aclaratorios en los créditos finales.
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