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CRITICA
Por: PACO CASADO
Parece ser que ha sido el país británico el que resucitó el género de terror hace unos años.
Eso que podriamos llamar una burda imitación o continuación del expresionismo alemán y que ha dado lugar a tantas y tan malas películas de terror, que más que miedo, imponen, sobre todo al crítico que se ve venir encima la hora y media de aburrimiento.
Podriamos decir que ha llegado el género a la casi degeneración, sobre todo en los países sudamericanos, en los que en la mayoría de los casos dan más risa que otra cosa.
En la presente ocasión no se ha exagerado la nota, ya que se ha querido mantener la ecuanimidad, basándose más que en el terror y el miedo producido por luces y sombras, en la repulsión, el asco y otros aspectos morbosos que pueden hacer variar el estado anímico de una persona.
Es una pena que tenga una anécdota tan pueril y las situaciones no estén justificadas desde el punto de partida, llegando en ocasiones a forzar la acción de tal manera que tiene que buscarse la evasión por las buenas para desembarazar a los personajes de los hechos.
El constante uso de máscaras hace que el espectador se familiarice y no se impresione lo más mínimo.
El color, desvirtuado en algunas escenas, es deficiente como poco más o menos es la labor de todo el conjunto.
En el aspecto moral hay que apuntar algunos planos morbosos, y la actuación y conducta del personaje central de la acción que deja bastante que desear, con los reparos más acentuados del largometraje.
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