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CRITICA
Por: PACO CASADO
Al final de los años sesenta el cine norteamericano del Oeste sufrió algunos cambios motivado sobre todo por lo que se hacía sobre este género en Europa, especialmente en Italia y España, para elevar el interés del espectáculo.
En 1917, Mister Grant, un gran ranchero cuyas propiedades lindan con la frontera de México, contrata a un grupo de aventureros y mercenarios profesionales de la guerra, para que liberen a su esposa, María, de manos de Jesús Raza, un líder revolucionario mexicano que la ha secuestrado y pide un alto precio por su rescate.
Mister Grant prefiere gastar ese dinero en pagar a esos hombre para que rescaten a su esposa y de paso darle su merecido a Jesús Raza, antes que dárselo a cambio de la vida de María.
Así contrata en firme a los cuatro profesionales, que se introducen en territorio mexicano con la idea de sorprender a Raza, pero éste conoce a la perfección sus intenciones y cada uno de los pasos que dan los gringos.
Llama la atención que fuera un director como Richard Brooks, más dado al género dramático, el que dirigiera esta más que interesante película y lo hiciera con el nervio y la garra que logró desplegar en esta ocasión.
El guion se basa en la novela de Frank O'Rourke, La mula de la marquesa, que él mismo adaptó, a pesar de que Richard Brooks, a veces, era mejor guionista que realizador.
La historia está salpicada constantemente de momentos de emoción en el desarrollo de la trama, lo que mantiene vivo el interés del espectador en todo momento a lo largo de la misma.
No obstante no hay que dejar de reconocer la valía en la puesta en escena que lleva a cabo Richard Brooks, con una notable dirección y un brillante montaje, con una bonita fotografía de Conrad L. Hall y una estupenda partitura musical de Maurice Jarre para la banda sonora.
En la interpretación destaca la actuación del veterano Burt Lancaster en un papel muy acertado puesto que el gran actor se encuentra en la cumbre de su carrera, siguiéndole con gran valía el duro de Lee Marvin, que aún no es un consagrado, y una Claudia Cardinale en uno de los pocos papeles que hizo en el cine norteamericano, aunque en este caso de carácter muy secundario, pero que constituye el motivo principal del argumento de este interesante film.
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